"Las películas no hacen psicópatas: los vuelven más creativos": esa fue la frase que resonaba en la cabeza de Kevin Williamson cuando empezó a escribir, a mediados de los 90, el guion de Scream. Que, por aquel entonces, y en un giro de los acontecimientos, se llamaba Scary Movie. La película era una sátira, pero no dejaba de ser terror puro. Era una comedia de cierta manera, pero con un toque único muy consciente. Era la película perfecta para que el mundo conociese a Neve Campbell.
Sidney, ¿te gustan las películas de terror?
Scream se convirtió en un festival de caras conocidas gracias a la televisión: por ejemplo, Courtney Cox llevaba dos años siendo una de las protagonistas de Friends y quiso romper con su imagen estereotípica y Campbell era la cara más visible de Cinco en Familia, que duraría hasta el 2000. Los mediados de los 90 fueron el momento estrella para la actriz y se la rifaban en los rodajes: hizo la infravalorada Juegos Salvajes, 54 y hasta una comedia romántica titulada Tango Para Tres. Pero alguien no llega hasta ahí arriba sin mancharse las manos de sangre.
Literalmente. Y es que en el clímax de Scream, cuando Sidney ensarta a Skeet Ulrich con el paraguas por segunda vez... Lo hizo de verdad. La magia del cine hacía que hubiera una zona preparada para el ataque alrededor del pecho, pero Neve falló y le dio donde no debía. Teniendo en cuenta que Ulrich acababa de tener una operación a corazón abierto, digamos que no le sentó muy bien: el grito que escuchamos en la película es de dolor absolutamente real.
La cosa habría acabado aquí si no fuera porque en Scream 3 aún volvió a repetir la jugada pero esta vez con un picahielos: se saltó la zona de ataque de la espakda de Scott Foley y, como si esto fuera cinema verité, volvimos a escuchar un grito de dolor absolutamente realista. Pura nouvelle vague.
