Por algún motivo, los jugadores de baloncesto de la NBA, al terminar su carrera (o peor aún: en su mejor momento) deciden que si saben meter balones en una canasta, sabrán también actuar. Qué menos. Algunos lo hicieron en vehículos para su absoluto lucimiento, como Michael Jordan en Space Jam (o LeBron James en... Space Jam 2), pero otros incluso pudieron haberse abierto un camino, como Shaquille O'Neal tras Ganar de cualquier manera o Steel, o el inolvidable Kareem Abdul-Jabbar en Aterriza como puedas. Sin duda, el cine y el baloncesto están unidos de manera irremediable, pero lo de este Halloween no lo vimos venir.
Tres puntos para el Pingüino
Si sabéis mucho de la NBA probablemente no necesitéis que os expliquen quién es Robin López, un jugador de los Milwaukee Bucks que lleva siendo profesional desde 2008 y que ha pasado por algunos de los mejores equipos de la historia, desde los Chicago Bulls hasta los Phoenix Suns, donde empezó su carrera. Lo más curioso es que, además, es un fan irredento de los cómics y ha participado en obras de teatro en California. Vamos, que lo tiene todo para dar el salto al cine en cuanto alguien se lo proponga.
De momento tendrá que conformarse con el disfraz de Halloween más espectacular de este año: embutido en la armadura de Batman Vuelve, el jugador de baloncesto, que mide 2,13 metros, supera la altura oficial del héroe enmascarado por 25 centímetros. Lo más curioso es que López está acompañado por su esposa, que no ha temido ponerse un disfraz de Pingüino convirtiéndose en la versión más maquiavélica e inesperada posible del personaje interpretado por Danny DeVito.
Batman Vuelve supuso la despedida de la saga de Tim Burton en 1992, y la despedida de Michael Keaton del personaje hasta este año, donde ha vuelto en un brote de nostalgia tras The Flash. Imagina volver a un trabajo que tuviste hace treinta años ahora. Originalmente, por cierto, en la película también iba a aparecer Robin Williams como El Acertijo, papel que finalmente interpretó Jim Carrey en Batman Forever. Por fans que seamos de Jim, francamente, habríamos salido ganando.