Se suele decir que el Óscar a mejor película de animación está prácticamente copado por Disney, pero es discutible: aunque de 21 galardones, quince han ido para la empresa del ratón, lo cierto es que de esos quince, diez pertenecen a Pixar. También es cierto que la Academia, antaño, se abría más a otras posibilidades fuera de la empresa, y en los seis primeros años se lo repartieron entre Aardman (Wallace y Gromit), Dreamworks (Shrek), Pixar (Buscando a Nemo y Los Increíbles), Warner (Happy Feet)... Y hasta, en un acto de apertura muy inusual en los premios, el japonés Studio Ghibli con una película que lo cambió todo: El viaje de Chihiro.
Viaje con nosotros
Antes de El viaje de Chihiro, el anime había llegado a cuentagotas al mundo occidental, más allá de algunas sesiones especiales de Mi vecino Totoro o Akira. Se estrenaban películas como La tumba de las luciérnagas o El puño de la estrella del norte pero muy pocos se lo tomaban en serio: los dibujos japoneses eran un mero relleno para los sábados con producciones de calidad cuestionable como Pokémon.
Con Chihiro, las distribuidoras aprendieron a respetar el anime en Estados Unidos: Buena Vista, que tenía los derechos del Studio Ghibli, ya había querido recortar La Princesa Mononoke de 135 a 90 minutos... a pesar de que recibieron en el correo una espada samurái desde Japón con la nota "Sin cortes". Y al final, mereció la pena el riesgo: El viaje de Chihiro ha marcado a toda una generación que aún ahora sigue disfrazándose de la protagonista en convenciones de todo tipo. Y para muestra, la de una cosplayer absolutamente alucinante, como salida de la película. Mucho ojo.
Desde El viaje de Chihiro, otras seis películas de anime han estado nominadas en los Óscar. Todas del Studio Ghibli, con la excepción de Mirai, mi hermana pequeña y de La tortuga roja, que fue una co-producción entre Ghibli y varios estudios franceses. Este año, Hayao MIyazaki ha vuelto por todo lo alto con El chico y la garza: ¿Se repetirá el éxito pese a estar cargados de películas de animación? Crucemos los dedos, porque lo merece.