Era uno de los platos fuertes del festival –al menos, para los amantes del cine de género, que aquí no es que se estilen mucho (el aplauso a Mad Max: Furia en la carretera es más un espejismo que una tendencia)-: la presentación a competición oficial de Sicario, de Denis Villeneuve, con Benicio del Toro, Emily Blunt y Josh Brolin. Cineasta descubierto al mundo en el año 2013 gracias a dos magníficas películas: Enemy y Prisioneros –sin que tuvieran mucho que ver entre ambas- y que regresa a Cannes –estuvo en la Quincena en 2009 con Polytechnique, otra película más que recomendable- por la puerta grande, con un thriller con la guerra contra el narcotráfico como telón de fondo. Kate Macy (Blunt) es una agente del FBI harta de ver cómo todas sus operaciones policiales –la redada de arranque es espectacular, sólo por eso esta película ya merece ser vista- no sirven de nada contra la lacra del tráfico de droga. Por eso acepta alistarse voluntaria dentro de un (enigmático) grupo de asalto subvencionado por la CIA que ataca al narcotráfico directamente en un su lugar de origen: Ciudad Juárez, México (lo que es ilegal, claro), haciendo uso de unos métodos, no por efectivos, muy cuestionables (moralmente hablando). El arma secreta del grupo es un (silencioso) mercenario de nombre Alejandro (Del Toro), que más allá de ser un experto en el terreno, es una auténtica máquina de matar. Así que, por decirlo claro y directo, la cosa es bastante chula.
Es pura cuestión de forma. Porque al margen de cierto despiste argumental, de lo que se trata aquí es de cómo Villeneuve pone en escena cada una de las secuencias de acción (aunque sería mejor hablar de suspense, intensidad y ejecución) de la obra. Con un ojo puesto en Kathryn Bigelow y otro en Michael Mann –que no llegue a igualarles no es problema: ellos son los referentes del thriller contemporáneo-, el realizador franco-canadiense estiliza tres largas secuencias-límite donde se contempla al detalle cada uno de los pasos seguidos en la acción. Cuando la violencia se hace presente, esta tiende a ser tan brutal como directa, sin complicarse la vida buscando una espectacularidad que hubiese brillado como falsa, y haciendo hincapié en la crudeza del acto en sí. Por eso, más allá de la poco creíble encrucijada moral que padece la protagonista –el nudo dramático sobre el que pivota la obra-, Sicario triunfa por su condición de película asfixiante, bruta y roma como un puñetazo en la boca del estómago.
Apichatpong Weerasethakul ('Cemetery of Splendour')
Recuperé Cemetery of Splendour de Apichatpong Weerasethakul un día después del pase oficial, lo que suele ser mortífero ya que uno acaba llegando a la proyección con demasiados inputs sobre lo qué es o no es la película en cuestión. Ya cuesta bastante mantener la coherencia a salida de sala con todo el respetable pontificando sobre lo que ha acabado hace apenas unos minutos, ni os digo lo que significa tener 24 horas de teorías aparentemente imperecederas sobre un título en cuestión. Es el peaje de los festivales y todos caemos en la misma trampa (yo también). Con todo seguía con muchas ganas de ver una nueva película de Apichatpong: mi última experiencia en Cannes –penúltima, si contamos la rareza Hotel Mekong, que a mí me resultó un ladrillo de sesenta minutos- fue cuando se alzó con la Palma de Oro por Uncle Boonmee recuerda sus vidas pasadas, en lo que significó una de las sesiones más epifánicas vividas nunca por este cronista (Cannes tiende a extremar las emociones).
Pues bien Cemetery of Splendour, situada incomprensiblemente en Un certain regard: no hay quién entienda la programación del festival, es otra grandísimas película de Apichatpong. Entiéndase por esto, que estamos ante un realizador tremendamente personal, cuyo universo fílmico posee unas reglas no aptas para todo tipo de espectadores; bajo esa premisa, queda claro que si a alguien ya no le convencían (o directamente le espantaban) Blissfully Yours o Tropical Malady, no va a ser esta película la que les reconcilie con el autor. Cemetery…, que cuenta la amistad entre dos mujeres-enfermeras en un hospital de enfermos en coma a punto de ser derribado por una compañía de telefonía por cable, es una nueva representación de los temas capitales del realizador, si cabe, con un poco más de ironía terrenal (la película tiene gags humorísticos), con una puesta en escena de los elementos fantásticos mucho más pragmática –dos diosas se aparecen vestidas como mujeres de lo más corriente-, pero manteniendo siempre su trascendental tono lírico y poniendo en escena una historia de amistad (en vez de un romance) con una secuencia cumbre donde lo sensual y lo grotesco explota casi siguiendo los principios de la nueva carne cronenbergiana.Compro.
Una de estas películas ganará Cannes 2015+ Todas las crónicas de Cannes por Alejandro G. Calvo
Día 1: Vivir y morir en Cannes
Día 2: 'Mad Max: Fury Road' arrasa con todo
Día 3: Matteo Garrone regresa a la versión pérfida de los cuentos de hadas con ‘Tale of Tales’
Día 3,5: Las comedias negras de Woody Allen y Yorgos Lanthimos
Día 4: Abucheos para Gus Van Sant y Matthew McConaughey por su 'The Sea of Trees'
Día 5: Ovación para ‘Carol’ de Todd Haynes, que apunta a Palma de Oro
Día 6: El festival llora a Amy Winehouse con ‘Amy’, su hagiografía definitiva
Día 7: Pixar vuelve a tocar el cielo con la maravillosa ‘Del revés (Inside Out)’