Paul Verhoeven es un genio. Sin más. Autor de algunas de las mejores películas de género de los años 80 y 90 -ya se las saben: Robocop, Desafío total, Starship Troopers-, se ha prodigado poco en el siglo XXI -sólo tres películas, aunque entre ellas está la brutal El libro negro-, así que es obligatorio recibir con una ovación abierta su nueva obra maestra: Elle, un crudo retrato de mujer asaltada sexualmente, a mayor gloria de Isabelle Huppert. A sus 78 años Verhoeven está pletórico, tan locuaz como afilado e igual de provocador que siempre. Nos encontramos con él coincidiendo con su visita al Festival de Cine de San Sebastián, dejándonos una entrevista para el recuerdo.
Siempre se le ha considerado un terrorista de la corrección política, ¿cómo es de importante para ti quebrar la moral del espectador?
Es cierto que muchas de mis películas han tenido mucha controversia pero no es algo que busques cuando la estás inventando o rodando. De hecho, a veces me ha chocado la respuesta del público frente a mi obra. En ocasiones sí que he sentido que estaba siendo más provocador de lo normal, pero es que ¡me era imposible parar! Si a mí me gusta el material de base, me importa bien poco si es políticamente correcto o no.
Como en Showgirls…
¡Exacto! La polémica que provocó esa película fue horrible. A nadie se le ocurriría hacer algo parecido tras ello. Convirtió mi vida en una miseria, destruyó la carrera de Elizabeth Berkley cuando sólo tenía 23 años… Si me preguntas ahora si volvería a hacer algo parecido te diría que ni pensarlo, fue algo totalmente destructivo. Pero la realidad es que cuando hice Showgirls pensaba que era una buena película. Showgirls fue muy criticada por las escenas de sexo y mostrar a tanta gente desnuda, pero en el fondo lo que molestó fue mi retrato de Las Vegas y, en consecuencia, de los Estados Unidos. Pero lo cierto es que en América hasta el sexo es cuestión de dinero. El capitalismo no entiende de otra cosa que no sea de dinero y los EEUU son el máximo símbolo del mismo. El capitalismo excluye de su mirada todo aquello que no sea el dinero: no hay ética, no hay amor, no hay sexo, no hay nada de nada. El crítico de cabecera del New York Times escribió un texto casi xenofóbico sobre mi obra, venía a decir que yo jamás entendería lo que son los EEUU.
No sólo se atacó en su día a Showgirls, también a otras de sus películas, sin embargo hoy son reivindicadas como obras maestras.
Normal. Han pasado casi 20 años desde que hice la película. Y ahora todo el mundo puede darse cuenta de que mi retrato era bastante fiel a la realidad. ¡Incluso me quedé corto! Piensa en las próximas elecciones presidenciales…
Robocop, Desafío total, Starship Troopers… sus películas de acción eran tremendamente violentas. Sin embargo hoy si miramos los blockbusters americanos, hay realmente poca sangre y casi ningún cadáver.
El sistema de calificación por edades en los EEU es demoledor. Hay muchos tipos de categorías y luego está en la que entraban todas mis películas: la R. Que significa que tienes que tener 16 años para poder entrar al cine. Aún hay otra peor, que es la que le cayó a Showgirls. Sin embargo las películas de acción de hoy en día buscan tener la calificación más bajita posible, para que así pueda entrar más público al cine. Los estudios buscan hacer películas que no molesten a nadie. ¡Ahora las películas de acción son para toda la familia! Así que normal que no se vea ni una sola teta en ellas.
Sus películas pueden considerarse muy políticas. ¿Elle también?
Elle no es una película política, sino una película que aborda las relaciones entre hombre y mujer desde una perspectiva casi crítica. Es un retrato de mujer única: alguien audaz, afilada, incómoda, extremadamente dura. Eso me interesaba más que cualquier otra cosa. Bertold Brecht decía que la identificación con el personaje era como una droga que había que evitar. Aquí trato de ser tremendamente brechtiano. Nosotros somos voyeurs, nos dejamos seducir por ella, pero es imposible que logres identificarte con el personaje de Isabelle Huppert. Es algo que ya se hallaba en la novela y me parecía tremendamente atractivo.
¿Cómo definiría su relación con la ciencia-ficción?
Nunca me había interesado mucho la ciencia-ficción hasta que llegué a los EEUU. Yo quería hacer películas políticas pero como eso era imposible, tuve que hacer películas fantásticas. La más clara es Starship Troopers, pero también Robocop. La ciencia-ficción fue la manera que tuve para sobrevivir a los EEUU. Así que me dedicaba a trabajar mucho el subtexto y luego trataba de encajarlo dentro del corsé del género. Es la única manera de crear cierta denuncia desde dentro de la industria y era algo que me atraía sobremanera.
¿Cuál cree que será la respuesta del público a Elle?
No creo que tenga problemas de ese tipo. Al menos aquí, en Europa. En Estados Unidos… ¡quién sabe! Pero de momento la respuesta que hemos tenido en Cannes y Toronto ha sido muy buena. Además Isabelle Huppert protege la película a un nivel altísimo. Su talento eclipsará cualquier posible prejuicio que tenga el espectador frente a la película. Lo más divertido, por el momento, de Elle, es que me han acusado de ser feminista. ¡Ahora resulta que soy feminista! (risas)