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    Astérix: La residencia de los dioses
    Críticas
    3,5
    Buena
    Astérix: La residencia de los dioses

    Los peligros del neoliberalismo

    por Alejandro G.Calvo

    Es imposible no ser fan de Astérix y Obélix. Creados por el escritor René Goscinny y el dibujante Albert Uderzo en 1959, los míticos galos irreductibles tienen ya en su haber 35 cómics publicados -24 de ellos firmados por los creadores originales-, 9 películas animadas –la primera sería la deliciosa Astérix, el galo (1967)- y 4 películas en ficción real, cada una más abominable que la anterior. Más de cinco décadas de trabajo enganchando a nuevos lectores, tanto jóvenes como adultos, gestando viñetas donde el mamporro al romano invasor era el principal leit-motiv de una obra donde la repetición de conflictos era el pilar de la base narrativa: las peleas continuas en la aldea con todos los hombres entregado a una gran nube de polvo y puñetazos, las broncas continuas entre el herrero Esautomátix y el pescadero Ordenalfabétix a propósito del olor de los pescados del segundo, el terror absoluto que sienten los legionarios romanos cada vez que les toca enfrentarse a los galos, la caza de jabalís, la tortura continua al bardo Asurancetúrix dadas sus escasas dotes para el canto, el siempre divertido encuentro con los piratas, la tradicional cena de hermandad al cierre de cada libro… una serie de constantes inamovibles que hacían que la lectura se vertebrara a partir de estos nodos y donde el lector encontraba tanta diversión en el reencuentro del gesto cotidiano como en las variaciones argumentales sobre las que pivotaban. A todo ello habría que añadir las maravillosas referencias cruzadas tanto de carácter histórico como cultural que hacían de la lectura de la obra de Goscinny/Uderzo una auténtica fiesta para el lector.

    ¿Cuáles serían los cinco mejores cómics de Astérix y Obélix (me niego a reducir la dupla protagonista)? Un top personal sería ago así: Astérix, el galo (1961), La hoz de oro (1962), Astérix y Cleopatra (1965), La cizaña (1970) y La residencia de los dioses (1971). ¿Qué es lo que resulta tan interesante de este último libro y que, además, ha sido perfectamente trasladado a la gran pantalla en la película de Louis Clichy? Precisamente algo que al público más joven seguramente se le escapará: el hilarante tono político que adquiere una obra destinada a seguir arrancando carcajadas a base de tortas.

    El nudo gordiano de Astérix: La residencia de los dioses pasar por el intento de Julio César por acabar con los galos de una vez por todas implantando la fiebre del capitalismo (y el neoliberalismo, en general) en Armórica, región donde se sitúa la aldea. Lo que no pudieron conseguir con lanzas y espadas, lo conseguirán a base de sextercios y complejos residenciales de alto standing. Y los galos, gente noble, de temple baturro, temperamento incendiario y, en ocasiones, con menos luces que Patricio Estrella, se dejarán seducir por el opiáceo monetario y las promesas de una vida de senador romano. Que todo ello tenga como fin la destrucción (y posterior recalificación) de su aldea y la aniquilación de su idiosincrasia por la vía del borrado de sus costumbres mediante la imposición amable del modus vivendi romano, no es más que un tan afilado como terrorífico reflejo de los usos y costumbres de los gobiernos de occidente y las políticas conservadoras que llevan implantando, prácticamente, desde finales de los años sesenta hasta la actualidad. Si a esto le añadimos el germen marxista que surge entre esclavos y legionarios –los primeros quieren unas condiciones dignas de trabajo, los segundos que se vigile el lenguaje con el que se les da las órdenes-, con la consiguiente exposición de la defensa de los derechos humanos, está claro que Astérix: La residencia de los dioses es una auténtica joya de la animación política contemporánea, además de un más que apreciable film plagado de humor y desenfreno. Más certera que cualquier Ken Loach, más humana que cualquier Michael Moore y más sincera que cualquier Alejandro G. Iñárritu, esta locuela adaptación en HD de las aventuras de Astérix y Obélix estaría más cerca del espíritu terrorista de Mortadelo y Filemón contra Jimmy el Cachondo(2014) que de cualquiera de sus versiones en ficción real. Celebremos pues, con jabalí asado y cerveza, este nuevo estreno.

    A favor: “¡Al ataque! ¡Por favor!”.

    En contra: La sombra de las cintas animadas de los 60 y 70 es alargada.

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