Muerte en la familia
por Israel ParedesLa adaptación de La casa torcida, la novela de Agatha Christie publicada en 1949, se remonta a 2011 cuando el director Neil La Bute anuncia que está preparando el proyecto a partir del guion de Julian Fellowes. Abandonado el proyecto durante unos años, se ha recuperado de la mano del director francés Gilles Paquet-Brenner a partir del guion de Fellowes en una producción con buen reparto, aunque inferior al pensando en su momento, y que tuvo una distribución digital y televisiva en Reino Unido antes de su estreno en salas en Estados Unidos, primero, y, después, en el resto del mundo. El proceso podría explicar algunos de los problemas que presenta esta adaptación de una de las novelas menos conocidas de Christie (y una de sus preferidas entre todas sus obras).
La casa torcida nos sitúa en la mansión familiar de los Leonides tras el asesinato del patriarca, Aristide Leonides (Gino Picciano). Su nieta, Sophia (Stefanie Martini) pedirá a un joven investigador privado, Charles Hayward (Max Irons), que acuda a la casa a investigar lo sucedido, dado que ella está segura que el culpable se encuentra entre los familiares más cercanos. Así, con algunas salidas fuera de la casa, la acción se centra en un espacio, la mansión, y en un grupo de personajes entre los que se deberá encontrar al culpable, modelo estructural de whodunit que resulta tan poco novedoso –y eso es lo de menos- pero lleno de posibilidades.
Paquet-Brenner, cuya última película, Lugares oscuros (2015), ya presentaba algunos problemas parecidos a La casa torcida a la hora de conferir tensión e inquietud a un relato criminal, en este caso a partir de la novela de Gilliam Flynn, ha dado forma a una narración errática, desordenada, cuyas piezas más que crear una atmósfera y un misterio están situadas con el único fin de conducir al espectador hasta la sorprende revelación final. En el caso de La cosa torcida, la reducción de la ambición del proyecto, y a pesar de contar con Fellowes como guionista, se traduce en una imagen adecuada a una normatividad británica en el que nada desentona, pero en la que tampoco nada llama demasiado la atención. La buena ambientación y el toque de cine de prestigio se dan la mano con un intento de romper, precisamente, el sentido acartonado con el que se suele tratar a este tipo de película de época –sean o no whodunits- con una narración más contemporánea en su ritmo que, sin embargo, acaba abocando a la película a un desarrollo inconexo y en ocasiones arbitrario. Carente de un trabajo con el misterio más allá de los giros y giros hacia pistas y pistas, ya presentes en la novela por otro lado, queda la cierta curiosidad –más que interés real- de saber quién está detrás de los sucesos. Por desgracia para la película, más por inercia que por la elaboración de un misterio bien planteado y planificado.
No obstante, La casa torcida posee interés gracias a un tono absurdo derivado de ese conjunto humano perteneciente a una aristocracia rancia cuyo lugar el mundo se presenta como una anomalía que solo tiene sentido entre las paredes de esa mansión. En este sentido, la película presenta un claro intento de llevar a cabo un subtono de mirada crítica social bajo la narración detectivesca que, en teoría, es la trama vehicular de la película. Así, el mundo de esa mansión contrasta con el mundo exterior que aparece de manera puntual en pantalla: la sociedad evoluciona, cambia y se transforma, mientras ellos siguen adheridos a formas y normas inamovibles. En este sentido, no es de extrañar que la adaptación corra a cargo de Fellowes a la hora mostrar a esa alta aristocracia decadente pero que se resiste a desaparecer. Lástima que Paquet-Brenner no haya logrado, o no del todo, sacar partido a una idea que recorre de manera transversal La casa torcida de la mano de una trama criminal que merecía mejor pulso y ritmo para ser algo más que una convencional y funcional adaptación de Christie que entretiene medianamente, pero que se olvida con bastante rapidez.
A favor: En general todos los actores y la magnífica ambientación.
En contra: El poco misterio e inquietud que produce su narración criminal.