Cuando toca hablar de alguien a quien se admira tanto, tanto, hay que hacer un ejercicio de contención y de autocrítica que puede costar hasta hemorragias internas.
Mi adoración por Tim Burton es inmensa, lo cual nunca me ha impedido reconocer sus carencias, sus des-aciertos, sus fracasos ni sus limitaciones.
Antes de emplearme a fondo en dar mi opinión sobre este esperadísimo regreso al "fantastique" de Mr. Tim, he visto dos veces su última película, para decidir si me ha gustado, hasta qué punto me ha gustado o qué no me ha gustado.
Desde ya digo que la primera vez me entretuvo, me ilusionó y me gustó. Hubo un par de escenas que no acabé de encajar y un "algo" en el ritmo que no me acabó de convencer.
En el segundo visionado, todo me encaja.
Si bien es cierto que el ritmo es radicalmente distinto al del resto de sus películas, y que en parte se echa en falta esa agilidad suya natural para el montaje y la narrativa, también es cierto que se debe más a un proceso de madurez y de evolución de un visionario que se niega a copiarse a sí mismo y jubilarse en su "área de confort".
Sí, porque si ya en su anterior "BIG EYES" (que confieso que no me gustó, y en la que realmente no aparecía el sello Burton por ningún lado), se apreciaba sus ganas de cambio, en ésta, seguramente película de transición, se reafirma en su proceso.
En "Miss Peregrine..." Burton se ha desprendido de parte de su equipo habitual. Ha filmado un guión ya escrito cuando él es contratado por una guionista que tampoco ha elegido. Ha cambiado de productores, de director de fotografía (impresionantes encuadres que son prácticamente composiciones pictóricas) , de músicos...manteniendo a su montador Chris Lebenzon y poco más.
De agradecer que un director tan personalísimo como él no se resigne a jubilarse entre con sus habituales, sin arriesgarse, sin nada nuevo que ofrecer y viviendo del prestigio (más o menos merecido) como les sucede al artísticamente cadáver Steven Spielberg o al irregularísmo Woody Allen.
"Miss Peregrine..." nos recuerda, y mucho a la magnífica BIG FISH...y a la vez no se parece en nada. Mr. Tim se toma su tiempo para meternos en esta historia fantástica, renunciando a casi todos sus elementos reconocibles, y aumentando gradualmente la dosis de "Burtonismos" hasta que sin darnos cuenta nos encontramos sumergidos en su maravilloso y enfermizo universo.
Para ello renuncia a efectos visuales y digitales innecesarios, utilizándolos sólo como lo que son: apoyo para narrar la historia, que es lo que realmente importa en ésta, y en todas las películas, y no un objetivo en sí mismos. Eso sí, cuando los efectos cobran protagonismo, nos regalan secuencias absolutamente memorables como el descenso al barco hundido. Sencillamente apoteósica.
Renuncia también a la espectacularidad gratuita, al exceso por el exceso, conservando sólo lo esencial para apoyar el carácter fantástico de la historia sin renunciar a la verosimilitud que aporta todo lo físico que se puede situar frente a la cámara.
A destacar el homenaje al pionero de las peleas de monstruos en stop-motion RAY HARRYHAUSEN, con la delirante batalla entre las creaciones de Enoch. Todo un gesto de generosidad renunciar a un alarde digital para arriesgarse con una técnica tan antigua y con un resultado tan deliberademente poco pulido, al igual que el de maestro Harryhausen.
La historia, adaptación por parte de Jane Goodman del libro de Ranson Riggs, es también un ejemplo de cordura y de dosificación de situaciones y personajes, en un universo tan maltratado por los guionistas y productores como el fantástico. Todo encaja en un sencillo ejercicio de aritmética y métrica. aunque sí es cierto que no le hubiera venido mal un ligero pulido y poda en beneficio de una mayor agilidad. Aunque eso ya es sólo una apreciación personal.
Magnífica la partitura de Matthew Margeson, Michael Higham que nos hace olvidarnos por completo de danny Elfman con una concepción radicalmente distinta de la musicalidad en el cine. Y como colofón no podían ser otros que FLORENCE AND THE MACHINE quienes cerrasen el espectáculo con un temazo como "Whish that You were Here"
El resultado final de esta "liberación de tareas" es una película absolutamente personal del Burton creador, en que hay espacio para todos los elementos de su cine, desde el humor socarrón (sobre todo por parte del personaje de Samuel L. Jackson), al terror gótico, a lo grotesco, lo sentimental y al absoluto desvarío que es la batalla contra los "huecos" en el puerto de Blackpool (con cameo incluido). Hay autorreferencias, pero no autocopias.
Cine con mayúsculas, cine de autor y cine de entretenimiento bien entendido en un proceso de evolución que seguramente no todo el mundo quiera entender, que no todos sus seguidores estén dispuestos a aceptar y que a la gran mayoría de la gente le descolocará. Pero precisamente por eso Tim Burton más que un cineasta, es un artista, y es deber y obligación de todo artista descolocar y evolucionar.
Tenemos Burton para rato.