Los abismos de la revolución
por Paula Arantzazu RuizSi En llamas finalizaba interrogándonos qué hay detrás de esa cúpula que Katniss Everdeen (Jennifer Lawrence) rompió con una de sus flechas y quebrando el simulacro de Los juegos del hambre, Sinsajo 1 nos responde a esa pregunta de manera clara y meridiana: sufrimiento, guerra y más propaganda. Los artificios que movían subrepticiamente las estructuras de ese show que aparecían en la primera y segunda película se desvanecen aquí para dar paso a un relato más Orwelliano, más subterráneo y, por tanto, de calado más hondo.
La diferencia de esta tercera entrega con sus predecesoras es abismal: Sinsajo 1 es un largometraje que podríamos clasificar en el género bélico, pero de emociones soterradas y de lentos movimientos tectónicos. Apenas hay escenas de acción, como sí sucedía en los anteriores capítulos, aunque ello no signifique que hemos abandonado el terreno del survival, pues aquí el juego de supervivencia tiene lugar en otro escenario, más peligroso si cabe: la mente de nuestros protagonistas, de nuevo títeres del poder del Capitolio en manos del presidente Snow (Donald Sutherland) y ahora del contrapoder que ejerce la presidenta Coin (una muy fina Julianne Moore).
De los tres episodios de la franquicia, probablemente Sinsajo 1 sea el que maneje de modo más sutil sus referentes: por ejemplo, el submundo de la resistencia evoca tanto los túneles claustrofóbicos de La jetée, de Chris Marker, como la colmena de la retaguardia de Matrix, de los hermanos Wachowski; mientras que es imposible no reconocer a Katniss Everdeen como una trasunta de la Libertad guiando al pueblo que pintó Delacroix para venerar La Revolución Francesa; y no es aventurado asegurar que sea también la cinta de la saga que mejor controle el tono y las distancias políticas entre lo que cuenta y cómo lo cuenta. Hay tiempos muertos, canciones tristes y tonos grises. En suma, como toda pausa que precede a la gran batalla, Sinsajo 1 es una reflexión sobre cuánto se ha perdido y qué se ha dañado. Y como sucede en situaciones de guerra, siempre es mucho lo que se pierde.
A favor: El cambio radical de la película con respecto a sus predecesoras, mucho más pausada y sombría. Y Philip Seymour Hoffman, por supuesto.
En contra: ¿Otro año más para poder ver el desenlace?