Jason Statham te arregla la espalda
por Daniel de PartearroyoUna vez firmada el acta de defunción del cine de acción testosterónica de los ochenta –por mucho que pilares del mismo como Sylvester Stallone o Arnold Schwarzenegger intenten cada cierto tiempo orquestar revivals poco afortunados–, sólo queda abrazar esta era donde Jason Statham es el mayor icono del actioner de trinchera capaz de guiñar un ojo al público mainstream mientras provoca una luxación por aquí o pega un cabezazo por allá. El actor inglés ha conseguido esquivar el terreno fangoso de la acción de serie B –la que antes llamaríamos de videoclub y hoy subsiste en el vídeo bajo demanda y la necesidad de rellenar catálogos de plataformas digitales– y acomodar su calva en las relucientes marquesinas del circuito comercial, combinando sagas de gran popularidad (Fast & Furious, Los mercenarios) con cartuchos autocombustibles (Safe, El protector, Jugada salvaje) y proyectos laterales más desafiantes (Redención, Espías).
Con Mechanic: Resurrection, secuela de The Mechanic (2011), parece que estamos ante el intento de convertir una película del segundo grupo en una de las del primero; pasar del festín de violencia autoexplicativa al producto empaquetado de apelación masiva. ¿Lo consigue? De entrada, hay que reconocer que la intención resulta del todo loable, pues la película de hace cinco años dirigida por Simon West, que se presentaba como remake del clásico título bronsoniano Fríamente... sin motivos personales (Michael Winner, 1972), acabó no siendo digna de la parte alta de la tabla de la obra de ninguno de los implicados. Cumplía la papeleta presentando a Arthur Bishop, el infalible asesino a sueldo a quien interpreta Statham, pero al fin y al cabo resulta francamente intercambiable en esencia con muchos de sus otros arquetipos tan letales como estoicos, aunque en este caso tenga una peculiaridad laboral: cometer asesinatos de forma que sean tomados por accidentes mortales.
Dado el antecedente, la apuesta del alemán Dennis Gansel y sus guionistas Philip Shelby y Tony Mosher para Mechanic: Resurrection no puede ser más bienvenida. Transforman a Bishop en una especie de agente internacional del asesinato que se mueve por todo el globo liquidando a gente. Es decir, es la versión explícita y políticamente incorrecta de gente como James Bond o Ethan Hunt, pero con mucho menos pelo y más mala leche.
Brasil, Tailandia, Camboya, Malasia, Australia y Bulgaria son las distintas localizaciones que visita Bishop en sus aventuras homicidas; un itinerario que cualquier agente 007 envidiaría. Cuando sus misiones están limitadas por espacios tan vistosos como una prisión de alta seguridad en medio de un mar de tiburones o una piscina que sobresale de un rascacielos, las set pieces de Gansel ganan brío y diversión. Cuando no, la historia se resiente en sus puntos más formulaicos y predecibles. Afortunadamente, siempre está ahí Statham para soltar un patadón que enderece el curso.
A favor: La estructura narrativa de videojuego por niveles hasta llegar al final boss (¡y menudo final boss, el de Tommy Lee Jones!) y, sobre todo, cuando Bishop intenta destruirla a puñetazo limpio.
En contra: La absoluta instrumentalización del personaje de Jessica Alba como damisela en apuros.