La pequeña salvaje
por Suso AiraAunque sea más parecida a El milagro de Ana Sullivan que a El pequeño salvaje, La historia de Marie Heurtin (también, como ellas, basada en hechos reales) participa de ambas en su reivindicación de la educación como la verdadera y única luz para vencer a la oscuridad. Tanto en el film de Arthur Penn como en el de François Truffaut, esta premisa entroncaba con el naturalismo (no exento de sentimentalismo) riguroso de unos autores eminentemente humanistas.
Lo curioso es que en el caso de esta crónica de la conversión (en significado no sacro) de una joven ciega, sorda, muda y en estado cuasi salvaje en alguien capaz de comunicarse y civilizarse, el mensaje sobre la fuerza de la educación se impone al religioso. Siendo, pues, un film religioso (muy religioso, diría yo), aboga por el hombre antes que por Dios, por el duro trabajo antes que por la providencia y los milagros. Un par de secuencias inciden en esta curiosa situación: la primera conversación con la madre superiora y el movimiento de grúa que cierra la película. Utilizando lo didáctico y lo físico más que lo espiritual, acaso trascendiendo hacia ese espiritualismo al dotarlo de humanidad, La historia de Marie Heurtin puede que irrite a un público joven o con alergia a los hábitos, pero resulta más trangresora y moderna que muchas intentonas de descifrar lo divino en lo humano. Servidor no puede por menos que defender esta miniatura digna de Arthur Penn, de François Truffaut o incluso de Dreyer. Miniatura luminosa y emotiva (y mucho) no exenta de un delicado sentido del humor porque… ¿no son estas monjitas decimonónicas en su refugio/escuela para sordomudas lo más parecido a sus homólogas siglo XX de Sor Citroën?
A favor: Las dos actrices protagonistas.
En contra: Alguna que otra escena repetitiva.