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    Whiplash
    Críticas
    4,0
    Muy buena
    Whiplash

    Tambores de guerra

    por Suso Aira

    La unión entre arte, dominio, sumisión y humillación han dado excelentes frutos dentro del drama, sea en literatura, teatro como en esa hibridación de ambas que es el cine. Algo hay también de ese juego de poderes y dialéctica cruel entre los actores y el director de una película, o (mejor incluso) entre la propia película y el espectador. Todo sea por la perfección y la esencia artística: la excusa con la cual el implacable personaje de J. K. Simmons tortura sin piedad a su alumno en Whiplash. Rabiosa perfección la del film en sí mismo, una demoledora y violenta sucesión, in crescendo, de escenas atravesadas por un ritmo feroz. Como si la relación Mozart-Salieri se explicara con la rabia del ciego entrenamiento del sargento de La chaqueta metálica de Stanley Kubrick, Whiplash se deja de las cortesías vaticanas de El tormento y el éxtasis (aquí hay un Miguel Ángel y un papa que antes ha sido Miguel Ángel) para plasmar uno de esos ejercicios de humillación personal dignos del Harold Pinter de El sirviente. O incluso de las piezas teatrales de Anthony o Peter Schaffer: hay momentos en los que la forma en la que el profesor putea al alumno (o cuando este hace lo propio, en cierto sentido, y se vuelven las tornas) que recuerdan al cara a cara de La huella.

    Michael Caine aprendía lo que era el juego a base de sufrirlo, y Laurence Olivier disfrutaba sádicamente con esa transmisión de su conocimiento, de su arte, para al final comprobar que siempre acaba ganando el juego mismo. Otros temas, adyacentes, se solapan en este magnífico film (la música como ejercicio autodestructivo, el genio y el genio como términos intercambiables, el cambio generacional visto como una lucha de supervivencia…), aunque el que más me pone es el de verlo como la otra cara (por fin verdadera y sin mariconadas blandengues) de peliculillas como El indomable Will Hunting o El club de los poetas muertos.

    A favor: El duelo total entre los dos protagonistas.

    En contra: Que el público no se deje azotar por ella.

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