La directora Naomi Lawase se enfrentó, poco antes de comenzar con la producción de Still the Water, a la muerte de su madre adoptiva, que la crió en lugar de sus padres biológicos. Declaró que la única dimensión relativa que tiene la muerte de una persona es ponerse en la piel de quien la sufre: “La muerte nos eleva para que pasemos por la experiencia de la soledad y la preocupación. Pero esta soledad nos enseña ternura y nos permite comprender mejor las heridas del otro. La soledad es más profunda, y la ternura más grande, pero las reglas del universo transcienden hacia nuestra soledad” Esta es la grandeza, la grandeza de la naturaleza que quiero expresar en esta película.
Still the water está construida alrededor de un ambiente único, proporcionado por el archipiélago en el que tiene lugar. La directora explica que sus habitantes aún reverencian cada árbol, piedra y cualquier elemento de la fauna y la flora como a muchos dioses de hoy. Más allá de la mitología, la película se plantea, según su director, la posición relativa del hombre en este tipo: “Me gustaría que la audiencia se diese cuenta de que nosotros, los hombres, lo que hacemos no está en el centro de todas las cosas, somos sólo una parte del ciclo de la naturaleza que quiere construir una historia. Espero que a través de esta película se vea crecer la sabiduría del hombre en contacto con el dios que llamamos naturaleza.”
Capaz de adaptarse a su material documental de ficción, es común en algunas escenas de la película de Naomi Kawase, que ésta improvise acciones. En Still the water, la escena del tiroteo tuvo lugar en el orden cronológico de la película, pero la danza de agosto, el ritual del dios Yuta y los tifones, son momentos en la vida de la isla que han afectado a la producción. La primera escena de la película, con la participación de los residentes de Amima, y el siguiente, en el salón de clases, también son improvisaciones, grabadas con los protagonistas reales de la población de la isla.