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    Citizenfour
    Críticas
    3,0
    Entretenida
    Citizenfour

    El cuarto ciudadano, el cuarto poder

    por Carlos Reviriego

    Flamante ganadora del Oscar al Mejor Documental, Citizenfour es en esencia la crónica filmada de cómo Edward Snowden puso en jaque al Gobierno de Estados Unidos filtrando al conocimiento público los métodos de control y espionaje de la National Security Agency (NSA). El filme narra con un detalle inédito el llamado “caso Snowden”, en una extraña conciliación entre el cine documental, la denuncia política y la información privilegiada, que en cierta medida se experimenta como una película de espías pero bajo la conciencia de que todo lo que vemos y escuchamos es real.

    Recluido en un hotel de Hong Kong en las horas previas y los días posteriores a la filtración, estamos ante un retrato oficial, autorizado, de ese ambiguo héroe que sacrificó su libertad y su comodidad para exponer los abusos de poder, y que en su plan maestro invitó a la documentalista Laura Poitras para que registrara todo el proceso. ¿Por qué a mí?, le pregunta la directora, con quien Snowden contacta a través de un mail encriptado bajo el seudóinimo “citizen four”. Snowden contesta que ella se eligió a sí misma, pues este filme viene a completar una trilogía de Poitras en torno a la América post-11S.

    No hay duda de que el valor social del filme está por encima de su valor cinematográfico, si bien Citizenfour está hilada con inteligencia y elegancia, sin perder de vista en ningún momento el equilibrio entre el retrato (de Snowden) y la denuncia periodística. El cine reclama su rol como cuarto poder o, más bien, contrapoder. Desde junio de 2013, Snowden y luego sus relevos el periodista Glen Greenwald de The Guardian y la directora Poitras fueron destilando a la prensa internacional los documentos más secretos de la primera potencia mundial. Las revelaciones que facilitó el joven informático que trabajaba en la NSA otorgaron una dimensión desconocida a la vigilancia que EEUU realiza en secreto: escuchas telefónicas, interceptación de correo electrónico, espionaje a empresas y gobiernos aliados, etc.

    Los informes de Snowden ponían al descubierto la pesadilla orwelliana desatada tras la Patriot Act, cuando con el tiempo se convirtió en una práctica común el espionaje a ciudadanos, fueran o no sospechosos de un crimen contra la “seguridad nacional”. El filme tiene por objetivo mostrar la cara oculta de la historia, y comprender así las motivaciones que llevaron a Snowden a revelar los secretos de la NSA poniendo su propia vida en peligro. La mayor parte del filme son conversaciones entre Snowden y Greenwald, poniendo el énfasis en el idealismo y el coraje del primero –un nuevo héroe americano para el siglo XXI–, en contraste con la villanía de sus perseguidores.

    ¿Y quiénes son sus antagonistas? En la imposibiidad de la respuesta es donde Citizenfour adquiere su mayor interés. Muchas películas han tratado de definir y señalar los contornos del poder estatal, pero Citizenfour evoca como ninguna otra el aparato invisible, el estado moderno de presencia ubicua, el Gran Hermano que como una abstracción está equipado con enormes recursos de vigilancia y control social que desconocemos. Snowden desenchufa el teléfono de su habitación, se oculta bajo una manta para teclear contraseñas, se siente vigilado cuando saltan las alarmas del pasillo sin justificación… ¿Paranoia? ¿Miedo? En verdad, no sabemos cúanto saben de nosotros ni quiénes son, pero desde luego el mundo que retrata Citizenfour es aterrador. Como la película.

    Lo mejor: El valor social y político que adquiere la película y la posibilidad de comprender mejor al personaje.

    Lo peor: La simplificación y las omisiones, señaladas por varios expertos y periodistas que han seguido de cerca el caso Snowden.

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