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    La Llamada
    Críticas
    4,5
    Imprescindible
    La Llamada

    The Sister Whitney Houston Act Picture Show

    por Marcos Gandía

    Que en estos tiempos en los que sorprenderse cuando se va al cine sí que sería una sorpresa aparezca, bajando por esa escalinata reservada a las más gloriosas divas, La llamada es sin duda una bendición divina. No es sólo que en su construcción sublime y reinvente (que no reescriba) la previa pieza teatral de culto, casi de cómplice underground, sino que la transforma en una experiencia fílmica tan original como deudora de mil y una influencias, todas ellas tan bien asumidas y entendidas que ni siquiera suena a simple guiño u homenaje. En ese camino de la beatificación del texto (y canciones) escénico a la santidad de un film que no se parece a nada de lo que nos suele llegar a las pantallas, se encuentra la pareja de directores/autores.

    Sorprende y agradablemente que los Javis (Ambrossi y Calvo) no solamente manejen el lenguaje y el ritmo de unos diálogos cuya frescura solamente tiene el calificativo de poesía. Es verdaderamente reverenciable la forma en la que planifican La llamada, en teoría una historia que transcurre en un par o tres de decorados, casi poseídos (celestialmente) por la elegancia en el número musical y en el interín entre éstos de un Stanley Donen en plena forma. Secuencias como la que acompaña a Belén Cuesta cantando sin sus hábitos y Anna Castillo espiándola, enamorándose, son de una belleza absoluta, de una sensibilidad a flor de piel que hasta el Jacques Demy de Los paraguas de Cherburgo habría empapado un par de kleenex embelesándose en ella.

    Celebración del amor, de la libertad y del vamos y lo hacemos, La llamada juega con la iconografía de cierto musical desvergonzado y de cámara para mirarle el corazón y divertirse con él sin abstenerse de sus toneladas de cariño. Juega asimismo con aquel primer Almodóvar que tenía ganas de darlo todo y darlo todo de manera novedosa en un medio como el cine, y con toda una descacharrante tradición de monjitas en celuloide, de la Gracita Morales de Sor Citröen a las burlesque de Sister Act (nota: abro crowdfunding para que los Javis dirijan la tercera entrega) pasando por las almodovarianas de Entre tinieblas. Y Whitney Houston como el más alucinante macguffin que uno habría imaginado y que nos lleva casi a una versión con hábito de La llegada de Dennis Villeneuve. El lenguaje universal: la música y el amor. De esto último y de talento andan sobrados Javier Ambrossi y Javier Calvo. 

    A favor: Un reparto tocado por la gracia (Olayo) de Dios. 

    En contra: No entrar en su cálida y loca propuesta.

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