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    Ana, mon amour
    Críticas
    3,5
    Buena
    Ana, mon amour

    Películas importantes, directores (im)pertinentes

    por Quim Casas

    Lo decíamos hace apenas dos semanas al hablar de Sieranevada, la última obra de Cristi Puiu: la nueva ola rumana nos ha dado tantas películas importantes como directores pertinentes, pero algunos están, aún, muy por encima de otros. Es el caso de Puiu (La muerte del Sr. Lazarescu), el más coherente con una forma de pensar el cine. Es el caso de Mungiu, el más conocido de los nuevos cineastas rumanos porque una Palma de Oro en Cannes (4 meses, 3 semanas, 2 días) siempre marca en positivo, o el de Radu Muntean (Martes después de Navidad, estrenada hace ya siete años, me sigue pareciendo uno de los filmes más contundentes, en cuanto a la exploración del desahucio sentimental de la pareja, que he visto nunca junto a algunos de Joachim Lafosse, Jean Eustache –palabras mayores–, Philippe Garrel y Maurice Pialat), Corneliu Porumboiu (Policía, adjetivo, memorable) o Constantin Popescu (Pororoca, aún inédita, o la ascesis del plano-secuencia, la herramienta de lenguaje que más y mejor han utilizado los rumanos en esta última década). 

    Calin Peter Netzer ya lleva años tras la cámara, pero no está a la altura de los nombres citados pese al eco que halló La mirada del hijo (Madre e hijo), galardonada en Berlín en 2013. El mismo procedimiento de aquel film sobre una madre que protege a su hijo pese a ser consciente del crimen que ha cometido, se repite en Ana, mon amour, ahora con las relaciones de pareja. Y la (im) pertinencia de Netzer atañe en este caso a la estructura narrativa. El plano-secuencia y la dilatación ya no resultan tan esenciales frente a una estudiada fragmentación del relato que nos permite ir hacia atrás y hacia delante para ver de una manera distinta la descomposición de una pareja, aquello que fue importante en el fulgor del deseo y el cariño y después se diluye en el fragor de la cotidianidad diaria. Tampoco es que sea un modelo muy nuevo u original, ya que un director que nunca aparece en las listas de los más influyentes de la historia del cine, Stanley Donen, ya lo practicó en otra película fundamental pese a que nunca haya estado de moda, Dos en la carretera, realizada hace casi… ¡50 años! (Tarantino, Nolan, Noé o Iñárritu no han ido nunca tan lejos, pero…). 

    Netzer se maneja bien con esta disolución del tiempo clásico para contarnos como se conocen un hombre y una mujer en edad universitaria, como se enamoran, se casan, creen estar seguros de sí mismos (y de su relación con el otro), se confunden y alteran mientras una triunfa y el otro es incapaz de comprender los cambios que se producen a su alrededor, los íntimos y los de una Rumania que continúa buscando su identidad como lo hacen Netzer, Popescu y compañía aprovechando el tirón que sigue teniendo la Nou Val (nueva ola, ya no tan nueva, la verdad) rumana. 

    A favor: El control del descontrol narrativo y la implicación epidérmica de sus actores.

    En contra: Que sea algo retórica y quizás aporte pocas cosas nuevas al cine rumano actual.

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