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    Inland Empire
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    cine
    Un visitante
    3,5
    Publicada el 15 de junio de 2020
    Hablar de Inland Empire como una gran película de la nueva era me parecería corto. No todo lo que nos acerca a un mundo actualizado y desarrollado es una obra maestra; ni los parámetros clásicos del séptimo arte te dan un resultado deseado. No se trata de seguir una linealidad, un argumento como prioridad, ni tampoco dejarte llevar por ideas sin sentido que a nadie podría interesar. El cine bien, ha hecho del director un egoísta, un egocéntrico personaje que se aleja del qué dirán para dar a conocer su modo de ver el mundo, pero que a la vez espera poder encajar en algunas mentes que crean sentirse identificadas. Inland Empire me ha puesto a pensar en diferentes posibilidades de ver el mundo, de crear cine. Tras leer muchas opiniones y críticas pude entender que nunca nadie estará satisfecho, porque la vida de director no es sencilla; mientras unos lo aclaman, otros están a su espalda odiándolo por atacar su susceptibilidad. A mi modo de ver no es un mal resultado, es una película digna de Lynch, aunque muchos digan lo contrario. No defiendo el argumento, ni el modo de contar las múltiples historias que se presentan a lo largo de este relato irracional, pero si estoy a favor de esa fidelidad inflexible que revela hacia sí mismo, de ese albedrío que lo diferencia de los demás.


    Esta película, definida para muchos como una “pesadilla de 3 horas” da mucho por decir. Es claro que los primeros 50 minutos de la película nos mantienen cómodos, dentro de un relato que se hace interesante y lógico, pero se contrasta con un sin número de historias que poca conexión presentan entre ellas a lo largo de los 130 minutos. La primera parte la podría definir como una aproximación o anticipo de lo que se verá en la película completa (deducible después de verla un par de veces), en donde nos muestran un mundo auténtico y uno artificial, en una práctica cinematográfica denominada metacine, el cine dentro del cine, una experiencia sugestiva que te sumerge poco a poco en el desarrollo de personajes reales e irreales. En mi opinión se plantean varias facetas de la realidad. La realidad de los que hacen cine (equipo técnico dentro de la película), de los que actúan dentro de la película creada (actores), los que hacen la verdadera película y los que la ven, en este caso nosotros. Muchos estamos involucrados en los artificios que sugiere el cine, al punto en que como espectadores creemos estar viendo la realidad, cuando no es así. Considero que el desarrollo de la actriz no es nada más que un acercamiento del mundo que creemos real y el mundo que se crea en la mente, un mundo onírico que poco tiene que ver con el espectador. Creando así un universo completamente alejado de lo cotidiano que te va introduciendo a un mensaje más psicológico que emocional. Es por ello que puede ser difícil de digerir, para aquellos que estamos acostumbrados a un cine más lineal, en donde se respeta el guion y la narración de acontecimientos.


    No considero errado el desprendimiento de esos parámetros del cine clásico, a mi perspectiva las reglas de Mckee y de Bonitzer en su textos acerca del guion cinematográfico, deberían trabajar en conjunto. Siempre he estado arraigada al modo de escribir con reglas, en donde la trama que se inventa no está puesta al azar, sino que se desarrolla con ciertos elementos de organización. Pero concuerdo con Chion y su investigación con la didáctica del guion, que aunque no tiene un modo de ver tan estricto como el de Mckee, tampoco propone alejarse de la estructura clásica.


    Como decía Michael Chion en su libro “cómo se escribe un guion”, muchas obras maestras puede que ni necesiten de un guion para estar bien desarrolladas, lo cual es acertado si hablamos de un gran director en el set que es tan versátil para salirse siempre con la suya de la forma más natural. En Inland Empire es claro que el director buscaba esa libertad de crear sin parámetros. Es por ello que se habla de la muerte al guion a partir de esta obra cinematográfica. Lynch empezó a grabar la película sin un guion pensado y después de un par de escenas empezó a escribirlo. El paso al cine digital también lo llevó a demostrar su deseo de experimentar. La estética de la película se establece muy realista al inicio, como si se estuviese realizando un documental o se estuviese respetando un formato de entrevista. Los actores están tan cerca que crees estar involucrado en cada escena; imagino que esa sería su intención, estar al borde de la cuarta pared.

    Pero luego llega a presentarnos un juego mental completamente opuesto, en donde no sabes qué creer o suponer. Cuando me siento a ver una película de Lynch siempre pienso que me impresionará y que me llevará por un camino diferente al que creo inicialmente, estoy más que dispuesta a ser sorprendida por una mente tan abierta como la de este director. Era de esperarse que una película como la de Inland Empire traería sorpresas, estaba demasiado cómoda los primeros minutos, que por un momento me dije “una película de 3 horas… pronto estallará la mente creativa de este director”. Era claro que presentaría propuestas diferentes, atmósferas cuidadas y buenos actores, pero tal vez nunca imaginé todo un largometraje de imágenes que no estabilizaban la trama. Me interesa que el director deje a merced del espectador la interpretación de la película, pero me incomoda tener que sentarme a observar imágenes sin sentido que sé que nunca tendrán relación unas con otras, después de creer que podría encontrar alguna simpatía con la primera parte. El mundo onírico es interesante a mi perspectiva, y es claro que debe contener escenas confusas, porque la mente en ese estado no es como suele ser regularmente. Pero a decir verdad, sentí que era más un experimento que una trama, un lenguaje similar al usado por William Burroughs, en donde no es necesario intentar enlazar las imágenes o los sonidos, pues era una renovación del estilo cinematográfico. Así mismo sucede con Inland Empire, si quieres entenderla de verdad, pierdes tu tiempo, es mejor ver sin pensar tanto o podrías enloquecer. Mejor disfrutas de la buena actuación y propuesta sonora que se destaca. No siempre los grandes directores hacen grandes películas, a veces tienen sus indiscreciones, aquellas que por otro público son llamadas “poscine o nuevo arte”.

    Como decía anteriormente, no estoy en contra de la película, entiendo que es un tipo de estilo. Pero si estoy de acuerdo con el resultado que se obtiene de una película ceñida a los parámetros clásicos, pues de cierta forma producen una intención completamente distinta. Y a mi modo de ver “Million dollar baby” de Clint Eastwood es una de las mejores películas que me he visto. Por otro lado, admiro la braveza y la valentía de Lynch al presentar su opinión frente al mundo. El desarrollo de los personajes y en especial de la talentosa Laura Dern, quien lucha por encontrarse a sí misma hasta el fin de la historia. Esta película podría entenderse más como una propuesta filosófica, al no ser más que una alucinación. Un modo diferente y difícil de entender para muchos, como el paso del cine análogo al digital. Si se piensa la película desde este punto tendría mucho más sentido de lo que parece.

    Si tuviera la posibilidad de recomendar esta película tal vez lo haría, pero seleccionaría primero el tipo de persona que debería verla, pues es claro que no es cine para las masas. Aunque no es una película de mi estilo me parece una técnica interesante y de calidad. No busco un cine perfeccionista con planos hermosos y bien cuidados. Ni todo lo contrario. Me parece excepcional el uso que le da Lynch a la cámara; se ha definido por muchos como “el hombre de la cámara del siglo XXI”. Pero me queda corto el desarrollo del film, el argumento, la verdadera intención. Aun así no hay nada mejor que un cine que evoque discusión, pues mal sería si la película fuera tan neutral que no tuviera comentarios. Este tipo de películas sí que levantan a todos de su silla para comentar. Eso es lo más destacable para mí, la genialidad y sinceridad de Lynch para provocar la opinión del público.
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