En esta segunda parte, Wyler se enfrenta a la desafiante tarea de demostrar que el primer ministro del Reino Unido está involucrado en una conspiración, pero se encuentra con un gran obstáculo: Estados Unidos y el Reino Unido no se espían entre sí, y comparten toda su información.
Esto complica su investigación, ya que Wyler no puede recurrir a métodos tradicionales ni confiar en cualquiera para obtener información sin alertar al gobierno británico.