El éxito de Ray Winstone llegó en 1977 cuando - después de que le echaran de la escuela de interpretación (en donde confiesa era un poco "liante"), se presentó a un casting de la BBC que le ofreció el papel principal en el drama violento de Alan Clarke, Escoria. Cuando Clarke quiso rescatar el proyecto para llevarlo a la gran pantalla, volvió a elegir a Ray para el papel de Carlin. El joven actor encajaba ciertamente bien en ese papel: había boxeado desde que tenía 12 años, en tres ocasiones fue Campeon como London Schoolboy, y en dos ocasiones luchó por Inglaterra. La experiencia fue muy valiosa para su futura carrera.