Comenzó a interpretar en la escuela desde donde pasó a la Universidad, alternando su trabajo en esta con el periodismo durante la Depresión. Realizó las más diversas actividades, incluida la de vendedor de perritos calientes, antes de entrar en el mundo del cine.
Aunque su esposa-agente Sue Carol, promocionó su carrera a partir de los treinta, buscando para él los mejores papeles, tuvo antes que trabajar durante algunos años como extra. Además como desventaja tenía su corta altura que no permitía reunir las cualidades físicas necesarias para convertirse en estrella de cine.
Se dio a conocer por sus intervenciones en dos películas de piratas, "Señores del mar" (F. Lloyd, 1939) y "El Capitán Cautela" (Richard Wallace, 1940). En 1942 interpretó el que sería uno de sus grandes éxitos "El cuervo" (donde dio vida a un frío matón) junto a Veronica Lake, la que se convertiría en su compañera habitual en la gran pantalla. Ambos crearon la imagen de una pareja moderna. Tanto esta película como "The glass key" lo convirtieron en una gran estrella de la Paramount.
Alan Ladd fue junto a Tyrone Power, uno de los pocos actores que desarrollaron su carrera durante la guerra. Mostró preferencias por el cine negro como quedó patente en largometrajes como "La dalia azul" aunque algunos lo vieron como un actor más allá de este género en "Raíces profundas" (1953, G. Stevens) y en "Drum Beat" (D. Dawes, 1954).
Tras estas notables intervenciones en la carrera de Ladd fue decayendo durante su estancia en la Warner y la Universal. En su época de menosprecio la sutileza de su técnica interpretativa y de su interiorización que quedaban ocultas por su fingida y su perjudicial impasibilidad. Ofreció una imagen de virilidad a la vez cínica y frágil, que se vio acentuada por su rostro impasible y casi femenino que le daría la apariencia de hombre vulnerable.
Falleció en 1964, de un edema cerebral, un final que se vería acelarado por su adicción al alcohol y a los fármacos.