Debutó en el teatro en 1913 y pronto adquirió fama como actor y como escritor gracias a su obra "The Kibitzer" concebida junto a Jo Swerling. Probó suerte en el cine mudo en varias ocasiones pero no alcanzará cierta afirmación hasta que trabaje en películas sonoras. Realizó varias películas en los años veinte (Su primer rodaje fue "The birght Shawl", (1923) y en 1931 encontró la consagración con "Hampa Dorada".
Sus primeros papeles le llevaron a hacer películas de gansters para la Warner en la década de los treinta y desde aquí, poco a poco, fue entrando en la industria cinematográfica hollywoodiense y formándose como una de las figuras carismáticas del ámbito norteamericano.
Sus interpretaciones están cargadas de fuerza, agresividad..., de una contundencia dada por su fealdad que le hacían alcanzar altas cotas de versatilidad y perfección en sus papeles. No despertaba admiración entre el público sino más bien atracción morbosa por esos personajes turbios y odiosos a los que dio vida. Periódicamente volvía a su papel de ganster totalmente malvado, a veces de manera rutinaria, si bien su impresionante carrera regresaba a los niveles de calidad que le correspondían.
Destacan sus trabajos para Wilder, Makiewicz, Robson o Fleisher entre otros, en películas como "Perdición", "El premio" o "El rey del juego". Aunque no todos fueron personajes crueles, hemos de recordar a aquel más humano de "Dr. Ehrlich's Magic Bullet" o el de "Odio entre hermanos" donde encarnaba a un padre autoritario y respetado pero cargado de bondad y dulzura.
Edward G. Robinson tuvo problemas en Estados Unidos con la Comisión de Actividades Antiamericanas pero este asunto no repercutió gravemente a su carrera cinematográfica.
El fin de su actividad artística lo llevó a cabo en Italia o en España para producciones sin interés y su última película, "Cuando el destino nos alcance (R. Fleischer, 1972) le valió una de las más bellas retiradas del mundo del cine. Murió sólo un año después.