Raffaella de Laurentiis, hija del legendario cineasta Dino De Laurentiis y de la elogiada actriz italiana Silviana Mangano, creció inmersa en el negocio del cine. Como desde temprana edad supo que quería ser productora, su padre la contrató cuando tenía quince años para que trabajara como asistente de atrezzo y vestuario en una de sus películas. Él sabía que si iba en serio en cuanto a sus aspiraciones profesionales, debía entender el funcionamiento de cada uno de los puestos que intervienen en una película. Desde ahí, creció como la espuma trabajando para Luchino Visconti en Luis II de Baviera, El Rey Loco, un cuento de época sobre un rey bávaro que protagonizó su madre Silivana Mangano y en la que actuaban Helmut Berger y Romy Schneider, así como Huracán la película épica de su padre que implicaba la construcción de decorados inmensos y alojamiento en Tahití. Esta intensa experiencia en producción la llevó a su siguiente película Beyond the reef, que hizo que su nombre apareciera como productora en los títulos créditos por primera vez.
En 1981, De Laurentiis produjo la exitosísima película Conan, El Bárbaro que lanzó a la fama como actor a Arnold Schwarzenegger y, cuatro años más tarde, la segunda parte Conan, El Destructor. A la talentosa productora se le atribuye también Dune, de David Lynch, rodada en México D.F., así como Tai-Pan, la primera película americana rodada en China. Después de Tai-Pan, Raffaella pasó cerca de 18 meses trabajando como directora de producción para De Laurentiis Entertainment Group (DEG).
Ansiosa por volver a trabajar en producción, De Laurentiis fundó Raffaella Productions en 1987, y produjo Prancer, Treinta minutos para morir y Trading Mom con Sissy Spacek y Anna Chlumsky.