El final de una de las películas más queridas de la historia es mítico por los pelos: en realidad, esto es lo que había planeado su director
Randy Meeks
-Redactor de cine y series
Juntaletras acomodado, redactor con gato eterno en las piernas, tuitero irredento, millennial orgulloso a su pesar. Respira cine, cree que no hay película mejor que 'El crepúsculo de los dioses' pero en su colección de Blu-Ray no falta 'Super Mario Bros'. La de los 90.

Por una vez, los productores tuvieron razón

Frank Darabont lo tenía clarísimo desde que leyó Rita Hayworth y la rendición de Shawshank dentro del libro de relatos de Stephen King Las cuatro estaciones: tenía que adaptarlo al cine como fuera. Y en cuanto cobró su primer trabajo como guionista por Pesadilla en Elm Street 3 (la mejor de las secuelas, todo sea dicho), le dio un cheque al escritor por 5000 dólares. King lo aceptó, le puso un marco y jamás lo cobró. De hecho, se lo devolvió a Darabont con una nota en la que ponía "Por si acaso algún día necesitas pagar una fianza. Con amor, Steve".

Produciendo éxitos

Y vaya que si funcionó: de sus cuatro películas como director, tres están basadas en libros de Stephen King (La Niebla, La milla verde y, claro, Cadena perpetua). De hecho, desde 2007, Darabont se ha dedicado tan solo a desarrollar series como Mob City o la multi-exitosa The Walking Dead. Y teniendo esta franquicia entre manos, ¿quién necesita más dinero? Además, así no tendrá que enfrentarse con los ejecutivos de Hollywood.

Todos sabemos que gran parte de las películas están hechas a base de notas del estudio. A veces son estúpidas, a veces con molestas, pero unas pocas dan en el clavo. Y es lo que pasó en Cadena perpetua, que culmina con el reencuentro de Red y Andy en Zihuatanejo... pero en su primera versión se quedaba con un final abierto: Red se montaba en el autobús, sin saber lo que le depararía el futuro. Los productores se acercaron a Darabont y le dijeron "Después de más de dos horas de infierno, les debes esa reunión".

En defensa de Darabont, así es como acababa la novela original de King, pero claro, también Red era un irlandés blanco y aquí se cambió por Morgan Freeman. Y, definitivamente, el público necesitaba ver ese abrazo final. Por una vez en la historia del cine, los ejecutivos tuvieron razón. No se volverá a repetir.

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