Una nueva joya de la animación: 'Robot salvaje' es pura magia, emoción y corazón | San Sebastián día 2
Andrea Zamora
-Redactora
Fan de la fantasía, el ‘thriller’ y la ciencia ficción. Vive entre los muros del Hogwarts, los mundos inventados y las historias de superhéroes.

La segunda jornada del certamen está marcada por lo nuevo de Chris Sanders, una de las mejores películas del año en el género de la animación. 'La virgen roja' y 'Rumours' completan el día

Un robot y un zorro tienen que enseñar a volar a un ganso. Parece el inicio de un chiste, pero la premisa de Robot salvaje tiene muy poco de cachondeo. Lo que desborda el nuevo filme de Chris Sanders es pura magia, emoción y corazón.

Basada en la novela homónima de Peter Brown, Robot salvaje, una de las Perlas del certamen, sigue a Roz, una robot programada para cumplir con cualquier tarea que se le pida. La protagonista naufraga y termina una isla en la que no hay humanos y sí una gran variedad de animales. Su llegada no es del agrado de ninguno de los habitantes y Roz se da de bruces con el miedo que tienen todos a lo diferente. Tras hibernar y adquirir toda la información que necesita sobre la fauna y flora de ese misterioso lugar del planeta, una pelea con un oso pardo sentencia su destino: destruye un nido y solo un huevo ha quedado intacto. Justo cuando consigue impedir que un zorro se lo coma, el huevo rompe.

Roz tiene, por fin, una tarea que cumplir: enseñar al ganso que acaba de nacer a comer, nadar y volar para poder marcharse de la isla cuando llegue al otoño. Para conseguirlo cuenta con la ayuda de Bribón, el zorro que casi se come el huevo.

Robot salvaje no da tregua desde su arranque y es puro entretenimiento desde sus primeros segundos hasta los que cierran la historia de Roz y Picobrillo, el nombre del ave. Los tres protagonistas -robot, zorro y ganso- son los marginados de la isla y forman una familia disfuncional con la que crecer y protegerse. Robot salvaje funciona como metáfora de la inmigración y habla de cómo aprender del diferente es una virtud. Roz modifica el código con el que la crearon a medida que se adapta al entorno y se convierte en una madre que aprende sobre algo que no le está permitido a los robots: el amor. El mensaje es, en definitiva, que aunque estamos programados para ciertas cosas, siempre podemos cambiar nuestras en favor de la sociedad.

El filme de Sanders, que cuenta en su reparto de voces original con Lupita Nyong'o, Pedro Pascal y Kit Connor en el papel de los tres animales protagonistas -en español será Macarena García la encargada de interpretar a Roz y Álvaro Morte de dar vida a Bribón-; es, sin lugar a dudas, una nueva joya de la animación. Y, yendo todavía más lejos, es el filme más original en un año en el que las grandes triunfadoras del género han sido secuelas de franquicias.

DreamWorks recuperó algo de terreno en 2022 con la magnífica secuela El gato con botas: El último deseo después de una racha floja. En un mundo coronado por Pixar y Disney, el estudio de animación ha apostado por algo nuevo y la jugada ha sido maestra con un filme que recuerda al espíritu de la saga Cómo entrenar a tu dragón -Sanders coescribió y codirigió la primera entrega de la saga de Hipo y Desdentado estrenada en 2010 junto a Dean DeBlois y creó y codirigió Lilo & Stitch (2002). Esto último también con DeBlois-.

Parece más que seguro que Robot salvaje se ha ganado un hueco entre las futuras nominada al Oscar a Mejor película de animación. Algo muy extraño tendría que ocurrir para que un filme tan emotivo, precioso e increíble como este no esté entre las candidatas.

'La virgen roja': Un cuento de fantasmas

Cuesta creer que el cortejo fúnebre que acompañó a Hildegart por las calles de Madrid sea real y no inventiva, pero ocurrió. No hace falta que busques y rebusques en Internet para salir de dudas. Como si se adelantase a cómo iba a reaccionar la gente ante el final de La virgen roja, la directora Paula Ortiz demuestra que lo que estás viendo es tan real como que estás sentado en una butaca de un cine en esos momentos. La nueva película de la cineasta detrás de La novia (2015) y Teresa (2023) finaliza con una fotografía del funeral, hace 91 años, de su protagonista. Y ahí está: es el mismo féretro de cristal que se paseó por la capital española en 1933.

La virgen roja -Sección Oficial fuera de concurso- adapta la historia real de Hildegart Rodríguez, una niña prodigio nacida en Madrid en 1914. Su existencia fue un experimento llevado a cabo por su madre Aurora Rodríguez, quien, inspirada por los escritos de Francis Galton -padre de la eugenesia, la corriente de pensamiento que tiene busca modificar la herencia genética con el fin de mejorar la raza- quería crear a la mujer del futuro. A los 2 años, Hildegart sabía leer y a los 3, escribir. Se licenció en derecho antes de cumplir los 18 años y, durante la Segunda República, fue una precoz militante del PSOE y, más tarde, del Partido Republicano Democrático Federal. A lo largo de su corta vida, publicó 15 libros y sus trabajos de sexología fueron valorados por eminencias del campo como Havelock Ellis y otras personalidades como H.G. Wells.

La historia de Hildegart es bizarra, desconocida para muchos y roza a lo que nos tiene acostumbrados la ciencia ficción. Es carne de novela  -la publicación del libro de Almudena Grandes La madre de Frankenstein (2020), que narra la historia, la hizo más conocida aunque no es la historia de Hildegart- y de serie de televisión y película. El material original que tenía Ortiz y su coguionista Clara Roquet es bastante poderoso por sí solo, pero como con todas las películas que cuentan una historia real: caer en el telefilme es más fácil de lo que parece. No es el caso de La virgen roja.

Ortiz consigue impregnar la película de una sensación de encierro, convirtiendo la carismática casa en la que viven Hildegart y su madre en una prisión. La verdadera naturaleza del hogar de las protagonistas se va revelando poco a poco. Aquellas paredes en las que Hildegart, a quien da vida una correcta Alba Planas, aprendía con su madre y se sentía a salvo se transforman en inseguridad, miedo y desconfianza a medida que la relación entre ella y Aurora se va deteriorando.

El punto de inflexión entre ambas es, además de las idas políticas propias de Hildegart, la aparición del joven militante del PSOE Abel Vilella, al que interpreta Patrick Criado y que se convierte en su interés amoroso. ¿Un novio para su hija? ¡No! Eso va en contra de su visión radical y extrema del feminismo. El hombre, para Aurora, es un lastre, un ser que domina a la mujer y una distracción para el intelecto. Hildegart, por su parte, solo tiene una aliada en todo esto: Macarena, la criada a la que da vida Aixa Villagrán. Ella es quien aporta ternura y confianza y acerca a la protagonista a la realidad de las clases más bajas de esa época en España.

A medida que la relación de las protagonistas se va resquebrajando, también muta el estilo de la película: del drama familiar, Ortiz pasa a jugar con los elementos del terror cuando la madre, a la que interpreta una magnética Najwa Nimri, transforma en obsesión y control su amor por su hija. Su protección adquiere entonces un sentimiento casi caníbal y depredador hacia su experimento científico. Aurora ya no cuida, ahora es una sombra de su hija, es una serpiente que se enrosca, una telaraña que la atrapa.

La virgen roja destaca también por la exquisitez que hay en algunas de sus imágenes. No solo por su belleza y uso del color, también por la potente carga metafórica que hay en ellas: Aurora y Hlidelgart vestidas de negro en medio de una multitud vestida de blanco durante un partido de tenis, Hildegart y Aurora enfrentadas, en la misma posición, mientras la madre enseña a su hija las partes de una vagina, Hildegart explicando por qué asesinó a su hija mientras cientos de retratos de hombres colgados en la pared de su espada la vigilan. Y, al igual que Ortiz pone mucho cuidado en la imagen, también modifica el relato real para favorecer la narrativa de la película y darle un sentido más poético y, de nuevo, metafórico. No obstante, La virgen roja toma en ocasiones decisiones vagas y perezosas solo para hacer avanzar la trama.

Hildegart escribió 150 artículos en periódicos y 16 monografías, inspiró novelas, un musical y un estudio científico. Su vida también se adaptó al cine con películas como la que dirigió Fernando Fernán Gómez titulada Mi hija Hildegart (1977). Con todo esto, no deja de ser curioso que su historia haya caído en el olvido, como si todo hubiese sido un simple cuento de hadas, fantasmas y brujas

'Cuando cae el otoño': Caramelo envenenado

Cuando cae el otoño, lo nuevo de François Ozone, es un caramelo envenenado. Lo que empieza como una historia entrañable e inocente de una mujer que vive en un idílico pueblo francés es, en realidad, un drama en el que las desgracias se suceden una detrás de otra.

La protagonista de Cuando cae el otoño -Sección Oficial a concurso- es Michelle, una abuela que vive una jubilación tranquila en una aldea de la Borgoña. Allí pasa sus días rodeada de naturaleza, cuidando de su huerta y yendo a recoger setas con su amiga Marie-Claude. Michelle está muy emocionada porque su hija y su nieto van a pasar una semana allí con ella, pero nada sale como espera. Como si de un efecto mariposa se tratara, un descuido por parte de la protagonista iniciará una serie de tragedias que cambiarán para siempre su vida.

Lo nuevo de Ozone atrapa desde el principio. La vida de Michelle es un misterio, pero hay algo en su día a día que no te deja marcharte. La protagonista, a quien da vida Hélène Vincent, emana tanta ternura y luz que quieres irte de paseo con ella, ayudarle a preparar la comida y sentarte a charlar o leer un libro junto al fuego de la chimenea. Michelle es pura bondad y se enfrenta a los problemas desde la empatía y la serenidad.

Hay humor en Cuando cae el otoño, pero el filme peca de irse demasiado al extremo provocando una disonancia de tono. Hay espacio para la ironía entre tanto drama, claro, pero no encaja bien que se vuelva demasiado socarrona en ocasiones. Pese a todo, Cuando cae el otoño es como la manta que te echas encima cuando sientes un escalofrío

'Rumours': Una sátira política de lo mas bizarra

Cate Blanchett añade este año un nuevo premio a su estantería: el Donostia. La actriz es la elegida en 2024, junto a Pedo Almodóvar, para llevarse este galardón y el certamen ha añadido a su lista de películas una de la intérprete. La elegida ha sido Rumours, una sátira política de lo más bizarra.

Dirigida por Guy Maddin, Evan Johnson y Galen Johnson; Rumours sigue a los siete líderes del G7 en una aventura por un bosque alemán después de perderse en medio de un apocalipsis zombi. Paso a paso, los protagonistas se enfrentan a peligros inimaginables mientras intentan redactar una declaración provisional sobre una crisis global.

El punto fuerte de Rumours es básico: mezclar a un atractivo elenco de actores con unos momentos surrealistas y cómicos. Además de Blanchett, el filme cuenta entre sus filas con Denis Ménochet, Charles Dance y Alicia Vikander. En Rumours, la comedia negra y los momentos absurdos cumplen con la risa. También funciona la comedia nacida de los tópicos y de alguna referencia al mundo real -el presidente de Estados Unidos de Dance recuerda demasiado a Joe Biden en ciertos comportamientos-. 

Hay zombis que se masturban y provocan incendios, un cerebro gigante en medio de la nada y una Inteligencia Artificial creada para encontrar a pedófilos. Rumours es disparate tras disparate. Y qué bien se pasa. 

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