Es el segundo largometraje del director alemán Tilman Singer y acaba de ser presentada en el Festival de Cine de Sitges
Hace seis años, el director y guionista alemán Tilman Singer estrenó su ópera prima, la elogiadísima Luz, que fue presentada en el Festival de Cine de Sitges como parte de la sección Noves Visions, dedicada a cineastas noveles. Ahora, Singer regresa al encuentro cinematográfico de la ciudad costera catalana con su segunda película, Cuckoo, esta vez como parte de la sección Sitges Collection y tras haber sido estrenada internacionalmente en el Festival de Berlín.
Una segundo largometraje en el que se repiten algunos patrones de su primera película, un 'thriller' de posesiones demoníacas que oscilaba entre lo grotesco y lo paranormal. Con guion del propio Tilman y protagonizada por la popular actriz de Euphoria Hunter Schafer junto a Dan Stevens y Jessica Henwick, entre otros, Cuckoo cuenta la historia de Gretchen (Schafer), una joven de 17 años cuya madre acaba de fallecer y que abandona su hogar en Estados Unidos para vivir con su padre, que acaba de mudarse a un complejo turístico en los Alpes alemanes con su nueva familia con el objetivo de reconstruir el resort.
Al llegar a su futura residencia, son recibidos por el Sr. König (Stevens), el jefe de su padre, que se interesa inexplicablemente por Alma (Mila Lieu), la hermanastra muda de Gretchen, al tiempo que le ofrece trabajo a esta última en el hotel de su propiedad. Sin embargo, algo no parece ir bien en este tranquilo paraíso vacacional. Gretchen se ve acosada por ruidos extraños y visiones sangrientas, emanaciones y sonidos que provienen del bosque y que la aturden, al tiempo que comienza a sufrir constantes accidentes y descubre un secreto que afecta directamente a su familia.
"Cuckoo no es una película para el espectador que espera que todas las preguntas sean respondidas", advierte Tomás Andrés en su videocrítica de Cuckoo tras el visionado de la cinta en Sitges. "Singer está mucho más interesado en la lógica emocional que en la literal".
Algunos de los sucesos están insuficientemente explicados, otros insuficientemente tratados
"El director se centra en algunas cosas que cree más importantes para el desarrollo del filme que otras, a las que no les da demasiado importancia y se quedan en el aire. Herr König, al que da vida un maravilloso otra vez más Dan Stevens, parece especialmente preocupado por las cosas que ocurren al anochecer, pero no tanto por los huéspedes que entran en la recepción y el almacén general tambaleándose y vomitando. ¿Están borrachos? ¿Enfermos? ¿Alguien debería ayudarles?", se pregunta el crítico sobre los interrogantes que plantea la película sin intención de responder.
Sin embargo, el desconcierto juega a favor de Cuckoo: "Una película con un curioso magnetismo que hace que el espectador no pierda hilo pese a todo lo extraño que está sucediendo en pantalla". Les acompaña la estruendosa partitura de Simon Waskow, que, junto con el limpio pero anticuado estilo europeo de mediados de siglo de la arquitectura del complejo donde viven los protagonistas, "otorgan al filme una esterilidad que el director usa para llevarte a otro terreno totalmente diferente, más grotesco, hasta un punto de delirio frenético".
"Mención aparte merece la criatura y toda la historia con la que el realizador la envuelve", apunta Andrés en su crítica sobre los cucos, vaticinando que la película podría estar planteada para ser objeto de su propia secuela. "Todo este universo me hace pensar que, si la película funciona, no es descabellado que tenga una segunda e incluso una tercera secuela".
En definitiva, "Cuckoo lanza muchísimas ideas y algunas de ellas no funcionan, pero si estás dispuesto a dejarte llevar por la demencia, vas a disfrutar a lo bestia con sus criaturas y su tramo final que por momentos es puro cine de acción de los 80 y 90. La mezcla de géneros hace que la película funcione y que entres de lleno en ella.