Entrevistamos a Ole Bendtzen con motivo de la llegada de 'Siggi, el niño espía del FBI' a la plataforma de streaming Filmin
Cuando hace ahora 10 años el documentalista danés Ole Bendtzen comenzó a trabajar en Siggi, el niño espía del FBI no quería hacer una película sobre el desmantelamiento de WikiLeaks, por mucho que no deje de ser una parte importante de la la asombrosa historia de Sigurdur Thordarson, un brillante joven islandés que con tan solo 17 años se convirtió en la mano derecha su fundador, Julian Assange, para posteriormente acabar traicionándolo como una de las piezas claves de la acusación del FBI que lo terminó llevando a cabo a la cárcel.
Lo que Ole Bendtzen buscaba cuando comenzó a trabajar sobre su documental era explorar en detalle la figura de Siggi, cuya historia le llamaba poderosamente la atención: la de un joven adolescente aficionado a los caramelos de goma y que duerme con un oso de peluche que nadie acertaría a vaticinar que incluye delitos informáticos y financieros, espionaje y abusos sexuales.
"Estar fascinado por alguien que es un misterio" es una de las motivaciones de Bendtzen para ponerse manos a la obra con cada uno de sus nuevos proyectos. Así lo cuenta en entrevista con SensaCine con motivo del reciente estreno del documental Siggi, el niño espía del FBI en la plataforma de streaming Filmin, en cuyo catálogo ya está disponible. "Quiero desesperadamente descubrir qué los motiva. Tratar de entrar en las mentes de los seres humanos es una de las cosas más fascinantes que se me ocurren, definitivamente somos el animal más interesante que existe".
Conocer la historia de Siggi y debatir, ya sea contigo mismo o de forma colectiva, qué piensas de su historia y de cómo eso afecta a lo que sabemos de Julian Assange y el auge y caída de WikiLeaks, es una experiencia que te aseguramos que puedes dejar en manos de la pieza de Bendtzen. Para situarte, basta con una pequeña pincelada sobre la perturbadora historia de Sigurdur Thordarson.
Más conocido como Siggi, Thordarson no era ni siquiera un adolescente cuando empezó a demostrar sus dotes para la informática, que usó para actos delictivos. Con 12 años empezó hackeando el sistema del colegio para vengarse de sus compañeros y poco tiempo después filtró un fraude financiero a nivel estatal en Finlandia. Con 17 años, conoció a Julian Assange y sería habitual verle a su lado, como su mano derecha, para posteriormente convertirse en su verdugo a través de sus informaciones al FBI. Finalmente, él mismo sería condenado por extorsión y abusos sexuales infantiles.
Entrevistado por primera vez por el documentalista en la propia cárcel, la historia de Siggi es la base de un 'docuthriller' de 90 minutos sobre una historia de maduración increíblemente oscura: la de un supuesto joven brillante que terminó siendo un monstruo.
Puedes leer la entrevista completa con Ole Bendtzen a continuación:
Pregunta. Has pasado más de 9 años rodando este documental sobre Sigurdur Thordarson, "Siggi". ¿Cómo empezó todo?
Ole Bendtzen: Todo empezó cuando leí un artículo sobre Siggi. En ese momento, en 2012, él estaba en prisión. Leí su historia y pensé: "Vaya, este adolescente, esta joven persona, si realmente ha pasado por todo esto, sería un documental increíble. Y, si solo la mitad es verdad, debería haber una muy, muy buena base para hacer un gran documental". Así que decidí llamar a la prisión y me puse en contacto con él. Dos semanas después, estaba en un vuelo.
Ahí fue donde lo conocí por primera vez en 2012 y, de hecho, puede verse en la película, cuando le vemos sentado sentado con su camiseta roja y es 10 años más joven que al final de la película.
Obviamente, en ese momento no tenía idea de que Siggi y yo continuaríamos filmando durante los siguientes 10 años.
P. ¿Por qué se acabó alargando tanto hasta obtener el resultado final?
O.B. Hay muchas razones. Puedo señalar tres: Siggi estuvo en prisión durante cuatro o cinco años, entrando y saliendo, entrando y saliendo, y, para conseguir financiar este tipo de documental hay que pasar por muchas etapas de desarrollo. Pasamos por tres antes de obtener luz verde final para la producción, y estuvimos tratando de obtener financiación para la película al mismo tiempo que la estábamos rodando. Obviamente, a veces hacía otros proyectos al mismo tiempo, sin saber si realmente esto iba a ser una película o no.
Y luego en determinado punto todo cambió por completo. Al principio la idea era hacer una especie de documental en retrospectiva, en el que se tienen muchos materiales de archivo y luego se entrevista a los personajes principales del caso. Como la mayoría de las películas de Netflix, se puede escribir un guion muy claro, porque la historia ya se ha desarrollado y sabes cómo comienza, sabes cómo continúa y sabes el final. Solo necesitas archivos y necesitas que los personajes hablen sobre los archivos. Es algo fácil y por eso medios como Netflix y HBO tienen una tendencia a comprar cosas como esta, porque saben lo que están comprando de antemano.
Sin embargo, con un documental clásico, tienes que filmar las cosas que se desarrollan a medida que avanzan. Estás filmando y no sabes cómo terminará necesariamente. Puedes tener algunas ideas, pero no sabes, así que este tipo de cosas son más arriesgadas de hacer. Nosotros queríamos hacer una película retrospectiva e incluso tuvimos reuniones con Netflix, pero luego las cosas comenzaron a cambiar porque comenzaron a salir otros detalles de la historia de Siggi y los casos de violación, y, gradualmente, comenzamos a investigar nosotros mismos y eso terminó siendo parte de la película. Se trata de una historia actual combinada con la historia retrospectiva, por lo que obviamente también acabó llevando más tiempo del que podríamos haber imaginado.
P. Una parte importante de la historia de Siggi es todo lo relacionado con Wikileaks y Julian Assange. ¿Cómo de familiarizado estabas con ello y cómo fue el proceso de investigación y documentación?
O.B. Obviamente, como otros documentalistas y periodistas, sabían sobre Julian Assange y Wikileaks porque fue una revolución cuando salió, así que estaba muy familiarizado y también fascinado porque creía en algunas de las mismas cosas en cuanto a transparencia, libertad de expresión, todas estas cosas a las que se oponía Wikileaks. No sabía nada de Siggi, pero había visto el documental de Wikileaks. Ya sabía que este no iba a ser un nuevo documental sobre Wikileaks, porque ya se han hecho muchos documentales geniales sobre Wikileaks y todo eso, pero aquí había una posibilidad de contar una historia completamente diferente, una historia más loca y absurda, una historia de la llegada a la madurez de este adolescente que se convierte en adulto dentro de Wikileaks y dentro de un entorno que trata con espías y enormes problemas políticos como la guerra de Afganistán.
Y aquí estaba este chico, siendo el centro de todo, lo cual era una locura, y que luego se conviertía en informante del FBI, lo que lo hace aún más salvaje. Sabía que ese era mi punto de enfoque de la historia. Wikileaks era algo que solo es parte de su historia, así que nunca fue una película sobre Wikileaks, aunque obviamente, mientras filmaba, también tenía que verificar lo que todos decían, tratando de averiguar quién tenía una motivación, quién estaba mintiendo, quién estaba diciendo la verdad... Tuve que investigar mucho, pero sí, mi punto de enfoque siempre fue el surgimiento personal de una historia.
P. ¿Qué fue lo más difícil de todo el proceso?
O.B. Lo más difícil para mí fueron los absurdos y las sorpresas que me seguían llegando por las acciones de Siggi y también la propia personalidad de Siggi. En mi relación con él, solo veo a este tipo grande y tonto que come gominolas, duerme con un osito de peluche y no puede dañar a nadie, no puede matar una mosca. Pero luego tienes a todas estas otras personas con las que has hablado que lo describen como Lucifer, ya sabes, como el mismo diablo, como si fuera la peor persona. Ni siquiera como un ser humano, sino como un monstruo viviente. Lo más desafiante para mí fue estar en la mente de Siggi durante 10 años filmando y editando, pero también en la mentalidad de todos estos otros personajes que llegaron a la historia porque están en su contra. Navegar en ese proceso con todas las personas que te dicen una cosa y otras que dicen lo contrario.
Tratar de averiguar cuál es la verdad es justo y también fue muy desafiante. En determinado momento también supe que la verdad es un concepto turbio: nada es blanco o es negro, así que en lugar de tratar de hacer lo que la mayoría de las películas hacen, con un héroe o un villano claro, tratamos de poner esa grisura en la película. Por mucho que eso sea probablemente irritante para alguien.
P. ¿Es más difícil todo el proceso de investigación y rodaje que la edición de un proyecto que habéis llevado a cabo durante 10 años con tantas horas de material?
O.B. Estábamos rodando al mismo tiempo que editábamos, lo que por supuesto te da algunas ventajas como narrador pero también muchos dolores de cabeza. Estábamos constantemente filmando y editando, filmando de nuevo y editando otra vez... Y, debido a la personalidad de Siggi, teníamos que revisar algunas de las cosas que ya habíamos editado y mirarlas desde una nueva perspectiva, porque si no lo hacíamos, seríamos solo periodistas sensacionalistas que quieren publicar una historia. Le debíamos a la audiencia y a nosotros mismos verificar siempre lo que se estaba diciendo volviendo a mirar el material antiguo. Teníamos que estar al menos un paso por delante de él. Fue un verdadero dolor de cabeza.
P. ¿Qué te sorprendió más de Siggi cuando lo conociste?
O.B. Creo que lo que más me sorprendió fue su forma articulada de hablar sobre la política internacional y la psicología de los seres humanos. Porque este tipo tiene una forma de hablar que tiene sentido. Es claramente inteligente y a la vez es estúpido en muchas cosas y muy inmaduro, pero, cuando se trata de política internacional, cuando se trata de ver cómo nosotros, como seres humanos, reaccionamos e interactuamos entre nosotros, es agudo como un cuchillo, es extremadamente bueno.
A veces lo veo como una especie de robot de inteligencia artificial. Como si sus ojos láser pudieran ver a través de ti. Él sabe qué decir, qué hacer y lee a las personas y es un poco raro porque no parece una persona capaz de hacer cosas como esta, pero lo es.
P. ¿Qué es lo que más te enorgullece del resultado final de estos 10 años de trabajo?
O.B. Creo que me siento más orgulloso del hecho de que, por lo que escucho de la audiencia, la gente puede sentir mucha empatía por Siggi y al mismo tiempo a todos también les disgusta, pero siguen viéndola. Por lo general, si no te gusta una persona, no quieres ver más, pero era importante que la gente sintiera la curiosidad constante de si este tipo me está diciendo la verdad, si está mintiendo, si está manipulando, si es una víctima, si es un criminal, si es un monstruo...
Así que eso es probablemente de lo que me siento más orgulloso, de haber podido brindarle a la audiencia la misma experiencia en 90 minutos que he tenido durante 10 años.
P. ¿Qué sentimientos tienes hacia Siggi ahora? Al fin y al cabo, son muchos años manteniendo una relación de confianza con él, pero sabiendo que lo que ha hecho es horrible.
R. Si me encuentro con Siggi, sé que no tomaríamos una copa, porque él no bebe, pero tomaríamos una Coca-Cola y nos reiríamos de cosas y no hablaríamos de la película. Y Siggi nunca me hará preguntas personales, pero también he mantenido deliberadamente un poco de distancia porque necesito alejarme de él de una vez. También llevo dentro a todos estos chicos con los que hablo y que sé que han sido dañados y que han sufrido psicológicamente, pero también sé que estaría bien estando con Sigg. Pero probablemente no estaría con él aquí en Grecia en unas vacaciones.
P. ¿Qué era lo más importante cuando empezaste a trabajar en este documental y qué cambió a lo largo del proceso?
O.B. Lo más importante para mí era poder contar la historia de la madurez de Siggi de una manera en la que no pareciera que yo tenía unas motivaciones personales. Mucha gente lo considera un monstruo y el solo hecho de que estuviera hablando con el monstruo, y mucho menos haciendo una película sobre él, me convertía en un monstruo a sus ojos. Así que para mí fue muy importante creer en mí mismo y decir que todos, todos los temas, deberían poder ser tratados en un documental. Lo siento, todos deberían poder ser el personaje principal de un documental, pero ponerlo ahí de una manera en la que el público no pueda decir que soy empujado por cualquiera. Estoy empujado a descubrir quién es esta persona. Ese fue mi impulso todo durante los 10 años.