Todo lo que Rosalía toca se hace de oro y estas pequeñas mascotas inanimadas han corrido la misma suerte. Sin embargo, su historia se remonta a mucho antes
Están por todas partes: los Sonny Angels han invadido el mundo, pero teniendo en cuenta la fugacidad de las tendencias, puede que la semana que viene ya hayamos comenzado a olvidarnos de ellos. Sin embargo, estas pequeñas figuritas que se asoman a las pantallas de nuestros teléfonos y ordenadores no han llegado a nuestras vidas ahora, sino que lo hicieron ya hace más de 20 años. De hecho, esto de haber sobrepasado la barrera de los 30 me hizo caer de inmediato en que a mí me sonaban de algo, ¡vaya escalofrío!
Fue primero Rosalía la que consiguió que estas pequeñas mascotas inanimadas dieran la vuelta al mundo y luego la mismísima Victoria Beckham se animó también a adornar su iPhone con ellas. Su vuelta de la mano de la palabra éxito era inminente y las redes sociales se han llenado desde entonces de "unboxings" de Sonny Angels, sean estos auténticos o falsos, de ediciones normales o especiales.
Y es que una de las cosas más divertidas y que enganchan de esta propuesta es que vienen en unas cajitas que no te permiten ver su interior, es decir, nunca sabes qué Sonny Angel te va a tocar, al margen de que ya te hayas gastado un mínimo de 5 euros en ella. ¡Cuántas caras de disgusto no habré visto estos días en TikTok al descubrir que por enésima vez le ha tocado a alguien el del rábano en la cabeza!
No obstante, como te decía, la historia de los Sonny Angels no comienza con Rosalía. De hecho, había mundo antes de Malamente, no sé si lo recuerdas. Estos pequeños muñecos nacieron en 2005 de la mano del diseñador japonés Toru Soeya, dueño de la compañía Dreams. Y aunque pueda parecerte extraño, desde un primer momento los concibió orientándolos hacia un público joven-adulto, lo que sin duda resulta de lo más interesante. En su mente siempre estuvo un grupo femenino de unos 25 años en adelante que encontrase en estas monaditas confort y una forma de combatir el estrés, tal y como informan en la página web Mancunion.
Su razonamiento, probado además de forma exitosa, no me resulta ajeno ni extraño, más aún ahora tras el auge de los Sonny Angels empujado en parte por la Generación Millennial y Z, a lo que yo asocio dos motivaciones.
En primer lugar, los millennials vivimos en una bola de nostalgia constante, es algo intrínseco a nosotros. Ese mito del pasado rosa, de que cualquier tiempo anterior fue mejor es nuestra peligrosa zona de confort, así que ahí está la lógica, más o menos absurda, que puede haber tras ese aferrarse a algo como un Sonny Angel. La vida nos da palos constantemente y hemos crecido entre crisis que han provocado que nuestros esfuerzos no se vean demasiado recompensados económica ni personalmente, pero al final del día tenemos agendada nuestra cita con la psicóloga y la monadita de nuestro Sonny Angel mirándonos sonriente encima de nuestro teléfono.
Por otra parte, la Generación Z adora todo aquello que huela a años 2000. En moda es un hecho que la primera década de este siglo y el tercer lustro estan hiperpresentes para ellos, pero también según qué referentes de la cultura pop: desde las comedias románticas, recuperadas eso sí ahora desde un prisma mucho más realista, irónico y sarcástico, hasta detalles como este. Lo único que me resulta raro es que Pucca no haya regresado aún como referente.
Pero, ¿qué más hay detrás de los Sonny Angels?, ¿cuál fue la inspiración original de Toru Soeya? Pues de acuerdo a la web mencionada, tuvo mucha importancia el dibujo americano Kewpie, una especie de Cupido, de ahí su nombre, que creó la primera dibujante mujer publicada en Estados Unidos, Rose O'Neill. ¡Y fue nada más y nada menos que en 1909 cuando este querubín hizo acto de presencia por primera vez!
Kewpie se convirtió pronto en un referente y pasó de las páginas de las revistas a los anuncios. De hecho se convirtió en la imagen de una mahonesa, posición que continúa manteniendo en la actualidad. Sin embargo, entretener o promocionar no fue la única función de este personaje, sino que su autora lo usó también para reclamar, por ejemplo, el voto femenino.
Por otra parte, y en línea con todo esto, la inspiración de Kewpie, y más tarde de los Sonny Angels, es claramente la figura mitológica de Cupido, descendiente de los dioses del amor según la mitología griega y romana. Durante siglos, su estética no fue tan aniñada como la que tenemos ahora en mente, pero con la llegada del Renacimiento su presencia en diferentes obras pictóricas comenzó a traducirse en una estética mucho más infantil y angelical, aunque las alas siempre estuvieron presentes.
Y es que Cupido, o los querubines, a pesar de tener la fama de que van por ahí flechándonos a su antojo para que nos enamoremos, aunque a veces la cosa termine en un asaetamiento emocional, también se asocia con la prosperidad, los cuidados y esa función de ángel guardián.
La vuelta de los Sonny Angels no es casualidad, sino fruto de un trabajo muy bien pensado de Soeya y de una generación algo traumatizada o que responde muy bien a lo que se espera de ella.