Robert Zemeckis no daba puntada sin hilo
Es injusto decir que nunca ha habido una secuela después de Regreso al futuro III, porque lo cierto es que las ha habido, y muchas: cortometrajes, parques de atracciones, videojuegos... ¡Y hasta una serie de televisión! Aunque casi nadie se acuerda ya de la serie de dibujos de Regreso al futuro, lo cierto es que a inicios de los 90 continuó las aventuras de Doc y su familia (con apariciones especiales de los McFly), y confiaron tanto en ella que incluso hicieron una serie de cómics para acompañar los episodios. Duraron solo siete números... aunque en 2015 el propio Bob Gale, co-guionista de las películas, empezó una serie de cómics continuando una vez más las aventuras temporales. Y, spoiler: esta vez sí, tuvieron éxito.
¡Ajusta los motores, Marty!
Pero nada de esto hubiera pasado de no ser porque Regreso al futuro estaba perfectamente pensada y engrasada. Todos los detalles se unían entre sí de una manera o de otra, incluso aunque como espectador no te dieras cuenta. Los continuos viajes entre el pasado y el presente llevaron a Robert Zemeckis y Bob Gale a depurar la narrativa para que no quedaran flecos, pero no os hacéis una idea de hasta qué punto lo consiguieron.
Por ejemplo, en la primera Regreso al futuro, cuando viajan a 1955, Marty ve un anuncio que muestra la casa del futuro, y una familia entrando en su interior. ¿Cuál es el truco? Que esa casa es, tal cual, la que los McFly tienen en 1985. Si es que el tiempo se repite a sí mismo, qué duda cabe.
Por suerte, tuvieron tiempo para pensar bien la película porque originalmente no era tan llamativa: la máquina del tiempo era un objeto más clásico, que movían en camioneta, y para conseguir la explosión nuclear tenían que mezclarlo con Coca-Cola. Al final se les ocurrió la idea del DeLorean y onvirtieron el coche en un mito del cine. A eso se le llama tener ojo.