Críticas
0,5
Pésima
Regreso al infierno

Batallitas

por Nestor Hidalgo

La intención detrás de películas como 'Regreso al infierno' es transparente (nótese que el título original, 'Home of the Brave', es mucho más elegante que el de subproducto B que los distribuidores españoles, avispados ellos, ya le endiñaron). En la memoria cinéfila, el desorden post-traumático de cuatro soldados que vuelven de la guerra de Irak que deben reincorporarse a sus vidas civiles al volver del frente, amoldando todas sus heridas físicas y morales a una rutina que les resulta del todo ajena, está constantemente sobrevolado por el recuerdo de 'Los mejores años de nuestra vida' (William Wyler, 1946) y lo que hacía con veteranos de la Segunda Gurra Mundial. Pero hay algo peor que ver cómo el director Irwin Winkler intenta replicar el esquema del clásico, y es comprobar que ni siquiera es Wyler quien está en su horizonte de referencia, sino que es Alejandro González Iñárritu y sus películas corales de sufrimiento interconectado.

La narración paralela cuida de que cada personaje tenga su tiempo correspondiente en pantalla (la explicación más plausible para que la de 50 Cent sea la más corta de todas probablemente esté en una combinación de su actuación y el suelo de la cabina de montaje), pero Winkler demuestra haber aprendido de Iñárritu a cómo ser especialmente sádico con sus personajes. En determinado momento, Jessica Biel, que ha perdido un brazo y todavía tiene problemas para manejarse con la prótesis, intenta coger un balón de fútbol justo antes de que un flashback recuerde su prodigiosa agilidad en Irak. De ahí a que veamos a Samuel L. Jackson arrancarle de cuajo un piercing labial a su hijo adolescente sólo hay un paso.

A favor: Con la predisposición adecuada, muchas secuencias de la película pueden entenderse como piezas de humor marciano.

En contra: El repugnante prediseño oscarizable del papel de Jessica Biel: madre soltera, afeada, traumatizada, con un sólo brazo, etc.