Críticas
1,5
Mala
Susurros en la oscuridad

Los peligros de la psiquiatría

por Bibi Ramos

El realizador Christopher Crowe, curtido especialmente tras las cámaras en la ficción televisiva (Alfred Hitchcock presenta, Corrupción en Miami), había dado su salto a la gran pantalla en 1988 con Saigón, un filme bélico ambientado en la guerra de Vietnam. Cuatro años después cambiaba de registro y hacía de Susurros en la oscuridad su segunda película, un thriller con componente erótico protagonizado por Annabella Sciorra y Jamey Sheridan.

El realizador de Wisconsin firma él mismo el guión de una trama protagonizada por una psiquiatra que está tratando a una mujer que mantiene una satisfactoria vida sexual con su amante, relación que a su vez posee una naturaleza sadomasoquista. El conflicto se presenta cuando la psiquiatra comienza una aventura con un hombre que podría ser el amante de su paciente. Entre medias, comienzan a producirse una serie de cruentos asesinatos. Más allá de los enredos sentimentales y las escenas algo subidas de tono de esta Susurros en la oscuridad, no hay mucho más donde rascar y la película naufraga con respecto a su planteamiento del suspense.

A favor: La fotografía de Michael Chapman y la música de Thomas Newman.

En contra: Su poco éxito al construir narrativamente el misterio.