Críticas
2,0
Pasable
El padrastro

Un remake de padre

por Miguel Blanco

En la fiebre de remakes que asola el cine norteamericano contemporáneo, el cine de terror es de los que más ha sufrido esta tendencia, ya que la mayoría de films actuales suponen una banalización de la antigua propuesta, tanto a nivel ideológico como de dosis de violencia. A cambio, ofrecen mayor espectacularidad y guiños a las nuevas generaciones.

'El padrasto' es un ejemplo de ellos. No es que el film original protagonizado por Terry O'Quinn fuese una gran película, pero sí era un pequeño clásico del cine de los ochenta, en la línea de 'Inocentada sangrienta', 'Cuando llama un extraño' o 'Prom Night'. Cine que aprovechó la corriente de la época para sacar tajada y que ocupó un lugar en el corazoncito de aquella generación de jóvenes de la década de los ochenta. Los remakes de todas ellas están realizados con desgana y demasiada profesionalidad. 'El padrastro' es tan modélica como olvidable. Mucho menos truculenta y sádica que la original, y sin esa pizca excéntrica que sigue haciendo tan distintivas las películas de los 80. Actualmente, Hollywood es un lugar demasiado limpio y con demasiadas normas, y por eso, 'El padrastro', sin ser del todo mala, sí es bastante olvidable.

Destaca la primera parte, donde prima lo psicológico y la calma tensa, el duelo entre el nuevo hombre de la casa, el padrastro, y su hijo político, con dos mujeres (la madre y la novia del segundo) en medio del conflicto. Pero cuando se desvela el pastel y todo pasa a ser un slasher normal y corriente, ya todo tiene poca gracia. Otro aliciente son sus protagonistas, Penn Badgley ('Gossip Girl') y Amber Heard ('Encerrada', 'Superfumados'), los dos adolescentes que sufrirán la ira del padrastro, que interpreta un soso Dylan Walsh.

A favor: No es tan mala como 'Una noche para morir', el anterior remake del director Nelson McCormick.

En contra: Remake sin sentido y sin objetivo alguno.