Críticas
2,5
Regular
Una chica cortada en dos

Un Chabrol en horas bajas

por Eulàlia Iglesias

En el penúltimo largometraje que estrenó antes de morir, Claude Chabrol llevó a cabo una actualización de la geometría relacional que caracteriza buena parte de su filmografía. La chica cortada en dos del título, Gabrielle Aurore Deneige (con este apellido, solo podía trabajar como mujer del tiempo en la televisión) se divide entre dos amores, Charles y Paul, nombres con que el director bautizaba a los protagonistas de la mayoría de sus primeros films, desde 'Le beau Serge' (1958). Un triángulo clásico que sigue desarrollándose en un ambiente de provincias convenientemente actualizado. Charles forma parte de una de esas familias adineradas a estas alturas de siglo ya un poco decadentes, mientras que Paul es un intelectual veterano que, tras dejar atrás los ideales de juventud, se siente muy cómodo en su privilegiado estatus socio-económico. Entre ellos, Gabrielle es una pizpireta estrella de la televisión local que se enamora locamente del segundo y cuenta con las atenciones del primero.

Chabrol pretende matar tres pájaros de un tiro. Dispara al mismo tiempo contra los nuevos representantes de la vieja burguesía; contra esos intelectualoides que han ocupado el lugar de aquélla en el mapa social, asumiendo inclusos sus perversiones; y contra los fenómenos mediáticos, ni que sean de provincias. Pero 'Una chica cortada en dos' no supura esa negritud y esa mala leche de tantas otras de sus películas, y ni tan siquiera acaba de funcionar como thriller psicológico. La película se queda más en el plano superficial de la parodia que en el incisivo del destripe.

A favor: A Ludivine Sagnier le sientan de miedo estos papeles de ingenua seductora.

En contra: La escena final, esa metáfora tan evidente.