Carrey y la modulación facial
por Rodolfo SánchezA lo largo de la década de 1980 habíamos visto en películas tan dispares como Peggy Sue se casó, La lista negra, Mordiscos peligros o El Cadillac rosa, a un joven actor llamado Jim Carrey que sin llamar demasiado la atención en dichos títulos sí denotaba cierta personalidad interpretativa, aunque en muchos de estos casos apenas se podía vislumbrar en qué acabaría convirtiéndose con el paso de los años. Pero no sería hasta 1994 cuando Carrey diera el salto definitivo con tres títulos que supusieron éxitos contundes: La máscara, Dos tontos muy tontos y la que nos ocupa, Ace Ventura: Un detective diferente.
Dirigida por un debutante llamado Tom Shadyac que, a partir de entonces llevará una carrera constante pero exenta de brillantez, Ace Ventura: Un detective diferente resulta increíble en su apuesta por una narración carente de todo conato de sentido común y por la sucesión de secuencias basadas en un actor cuya capacidad para gesticular apenas había tenido parangón en el pasado. Carrey demuestra que es capaz de modular su rostro de mil maneras hasta convertirse en una caricatura de sí mismo y la película, sinceramente, en una idiotez sin demasiado fundamento. O ninguno en realidad.
A favor: Udo Kier, quien lleva años paseando por películas de este calado y en cada aparición ocasione que nos preguntemos, ¿por qué?
En contra: Carrey está insoportable.