Críticas
1,5
Mala
La buena estrella

El bueno, la tuerta y el guapo

por Diana Albizu

La película triunfadora absoluta de su año en los Goya (cinco premios: mejor música, actor principal, guión original, dirección y película) fue la última obra completada por el realizador Ricardo Franco antes de fallecer repentinamente por un infarto. 'La buena estrella' pretende ser un relato intimista cargado de humanismo e intensidad romántica, pero durante su desarrollo se ve incapaz de tratar con la mínima sensibilidad su triángulo sui generis formado por un carnicero castrado y de buen corazón (Antonio Resines, el mejor del reparto), una exprostituta tuerta a la que rescata de la calle con la que termina conviviendo y criando a su hija (Maribel Verdú, correcta) y el exnovio maltratador de ésta y padre de la niña (Jordi Mollá, tan sobreactuado como de costumbre).

El guión de Ricardo Franco y Ángeles González-Sinde cae en todos los tópicos imaginables sobre la crudeza emocional y el diálogo pretendidamente realista, a lo que se suma una tendencia a las elipsis aleatorias que siegan toda posibilidad de acompañar a los personajes mientras experimentan cambios de personalidad fundamentales para el avance de la trama. Es decir, que sus acciones resultan mecánicas e injustificadas por carecer de la mínima base empática. Ni el sufrimiento resignado de Resines ni el impulsivo comportamiento de Verdú nos afectan porque todo lo que les ocurre resulta tan guionizado e intrascendente como la supuesta complicidad que nace entre los dos hombres o la deriva redentora del último tercio.

A favor: Antonio Resines.

En contra: La artificiosidad de diálogos y situaciones que se pretenden naturalistas y cercanas.