Nostalgia del periodismo
por Paula Arantzazu RuizLa caída del denostado Richard Nixon supuso a nivel mediático dos hechos inaugurales. Para empezar, una estética del arrepentimiento televisado de la que a partir de entonces harían uso un sinfín de políticos estadounidenses, sea por líos de falda o por otros asuntos de mayor envergadura. Segundo, la información convertida en espectáculo. Esos dos puntos de inflexión en la narrativa audiovisual marcan la histórica entrevista que David Frost realizó al ya ex presidente Nixon, en la que el responsable del Watergate reconocía saber todos los detalles de la turbia operación de espionaje y pedía perdón al pueblo americano. Ron Howard toma como base la obra de teatro sobre la entrevista de Peter Morgan, aquí también firmando el libreto, para construir un filme más centrado en cómo se gestó el encuentro y las bambalinas del careo que en reflexionar sobre el legado de aquel acontecimiento. Es decir, nos encontramos ante un biopic más o menos al uso para hacer entrar la historia por los ojos a los espectadores más amablemente que un libro didáctico. Pese a ello, el trabajo exhala una nostalgia por una época en la que aún se podía hacer gala de cierta integridad profesional más que reseñable. Una nostalgia de cierta inocencia.
A favor: La atmósfera previa a los careos entre Frost y Nixon.
Lo peor: Que sea un biopic.