Un drama sin forma
por Quim CasasEn New York Times escribieron de 'Amor y otras cosas imposibles' que era una película lenta y amorfa. Lento no tiene porque ser un calificativo despectivo aplicado al cine, pero amorfo sí. Y el crítico del rotativo neoyorquino tenía razón. Si amorfo quiere decir que no se tiene una forma determinada, esta es una película amorfa, centrada en asuntos dramáticos tratados sin la intensidad y convicción requeridas.
Natalie Portman es la joven esposa de un abogado de Nueva York. Se conocieron hace años, cuando ella, recién licenciada por Harvard, entró en su bufete. El marido deja atrás una ex esposa y otro hijo. El presente es inclemente: la joven Natalie pierde el hijo que esperaban. A los conflictos generacionales y la marcada diferencia de edad se une un hijo que no ha nacido y un hijo de otra relación con el que la protagonista no sabe lidiar. Si se hubiera tratado como un folletín, hasta podría haber tenido interés. Pero la elección es la de un drama en aparencia distante y contenido que se encalla por no tener una forma determinada. Un filme amorfo, efectivamente.
A favor: Natalie Portman pone convicción, aunque no resulta suficiente.
En contra: escasa intensidad, ritmo plano y ausencia de entereza dramática.