Críticas
2,0
Pasable
Siete almas

Melodrama con mucha lágrima

por Virginia Montes

El director italiano Gabriele Muccino dio el salto a Hollywood apadrinado por Will Smith. Después de que su película más taquillera en su país de origen, El último beso (2001), tuviera su remake americano, The Last Kiss (El último beso) (2006), el director iniciaría una relación de dos películas con el célebre actor afroamericano. La primera aventura en común fue El busca de la felicidad (2006), un vehículo fabricado a la perfección para el lucimiento de Smith y que demostraba que el director, a pesar de su eficacia, estaba lejos de los logros que había conseguido durante su etapa italiana. Pero si en En busca de la felicidad ya se buscaba sin complejos la empatía con el espectador a través del efecto lacrimógeno, en Siete almas, el tándem vuelve a incidir de manera indiscriminada en ese aspecto. En ambas propuestas, de hecho, late la misma idea filantrópica del ser humano, como si Smith se hubiera erigido en el santo apóstol de las buenas causas, solo que en este caso, la historia se bifurca en una serie de relatos en los que Smith se sitúa como punto de enlace, abandonando el eje protagónico absoluto de su anterior película.

Siete almas tiene ese toque humano y un poco espiritual del cine de Frank Capra, solo que a Muccino y a Smith se les nota su descarada voluntad de ejercer de valedores de un tipo de melodrama desgarrador con el que hay que tener mucho cuidado si no se quiere terminar haciendo el ridículo.

A favor: Su estructura narrativa está bien desarrollada.

En contra: Su tendencia descarada a la moralina y a la lágrima fácil.