Críticas
2,0
Pasable
Noche de miedo (Fright Night)

Con los colmillos afeitados

por Alejandro G.Calvo

La nueva película de Craig Gillespie, realizador que nos sorprendiera hace unos años con la anti-comedia 'Lars y una chica de verdad', parece nutrirse de dos preocupantes tendencias que azotan al cine de terror mainstream: el decaimiento del revival de los "american gothic" que nos trajo el nuevo siglo y la descorazonadora pulcritud (casi virginal) que parece definir las películas de vampiros a raíz de la eclosión de ese fenómeno de masas llamado 'Crepúsculo'. Situación que se agrava si comparamos a este remake con la película homónima de Tom Holland de 1985: un auténtico zarpazo videoclubero malsano y sanguinolento que suplía su modestia compositiva con el ingenio de la mejor serie B.

De ahí que el arranque de esta 'Noche de miedo' sea tan descorazonador, plagado de púberes con más gomina y lápiz de ojos que neuronas, cómo si en cualquier momento se fuera asomar por una esquina Justin Bieber o Hannah Montana. Un catálogo de buenas intenciones –el protagonista ni bebe, ni fuma, ni practica el sexo con su espectacular novia... aunque ella se lo ruega- capaz de indignar hasta los ladrones de cuerpos del pasado JMJ-2010.

La película, por suerte, cambia en su segunda mitad, cuando el vampiro al que da vida Colin Farrell irrumpe en escena con crueldad mayestática, dando lugar a un par de secuencias –la persecución en el coche y el ataque al despacho del farsante cazavampiros al que da vida el David Tennant de 'Dr. Who'- que casi logran hacernos olvidar que lo que estamos viendo es, en realidad, una tontería.

A favor: La planificación de la persecución en coche por el desierto de Las Vegas y su resolución con un Farrell desatado.

En contra: Que la sombra de 'Crepúsculo' se esté convirtiendo en un eclipse en toda regla