Los viejos centuriones
por Quim CasasAntoine Fuqua es un cineasta con voz propia en el terreno del cine policiacocontemporáneo. Por razones que se escapan a la comprensión del mortal cabal, suúltima película, 'Los amos de Brooklyn', ha venido anunciando y postergando suestreno en España hasta que, si los dioses de la distribución no deciden dar marchaatrás, ha hallado el hueco, esperado y merecido, dos años después de su realización(tiene fecha de 2009) y casi un año y medio después de que su anunciara su estrenoespañol antes de entrar en el laberinto del fauno de la distribución y exhibición.Teniendo en cuenta que Fuqua es el director de 'Training Day' (2001), un policiacocon empaque, controversia, denuncia y Oscar (al mejor actor, Denzel Washington),y que el reparto de 'Los amos de Brooklyn' está encabezado por Richard Gere y EthanHawke, que no ganarían una carrera de popularidad a George Clooney o RussellCrowe, cierto, pero tampoco son veneno de taquilla, la tardanza y aplazamiento en elestreno de este excelente relato policiaco resulta, como mínimo, incomprensible.
Excelente porque, siendo fiel a un cierto ideario moral y estético en la obra deFuqua, remite también sin tapujos a la narrativa y a la ética de Joseph Wambaugh, elex policía reciclado en novelista que acometió algunos secos y naturalistas retratos dela gente de su profesión en libros llevados a la pantalla modélicamente (en 'Los nuevoscenturiones' y 'La patrulla de los inmorales', por ejemplo).
Richard Fleischer y Robert Aldrich, dos bastiones de la denominada generación de laviolencia del cine norteamericano, firmaron aquellas dos películas, y la comparación,o la remembranza, con el cine de Fuqua no es azarosa. 'Los amos de Brooklyn', másque ninguna de sus otras películas, tiene un similar pulso narrativo y un tratamientodel espacio dramático, trágico-realista, que confine a los personajes, agentes depolicía en apuros económicos, sociales y morales, a la categoría de supervivientes yperdedores de un mundo que se desmorona. Añade además una estructura tripartitadel relato que casa muy bien en los compases finales, y ese tipo de sequedadexpositiva que es tan fácil de recordar (la de Fleischer, Aldrich o Siegel, la de Fuller,la de la serie B de los cuarenta y cincuenta) y, hoy en día, tan difícil de mantener.
A favor: Su puesta en escena directa, fluida; la tonalidad del drama y el trabajo detodos los actores.
En contra: Casi nada que objetar: la tardanza de su estreno, pero eso no es atribuible aFuqua.