Críticas
4,0
Muy buena
Capitana Marvel

Back in the 90’s

por Alberto Corona

Dado lo bien que Marvel entiende a su público, y la habilidad que muestra siempre entregándole con exactitud lo que quiere sin que nadie (o muy pocos) frunza el ceño y se pregunte qué fue de la sorpresa o el sentido de la maravilla en el blockbuster, sorprende bastante que una película como Capitana Marvel haya tardado tanto en llegar. DC, más conservadora pero con mayor predisposición a la espontaneidad —debido, claro está, a su permanente control de daños— ya se le había adelantado con Wonder Woman y además podía presumir con orgullo de que ésta sí estaba dirigida por una mujer, a diferencia de la primera aventura de Carol Danvers, que viene firmada por la dupla de Anna Boden y Ryan Fleck. Pero claro. Marvel es Marvel, y si ya Black Panther defendía un feminismo mucho mejor encauzado y actual que el de la propuesta de Patty Jenkins, resultaba obvio que Capitana Marvel iba a ser una nueva constatación de por qué la Casa de las Ideas domina la conversación cultural. Añadiendo al conjunto un gato alienígena, ¿qué duda podíamos tener de que nos encontrábamos ante otro gran éxito?

Lo cierto es que, en los primeros compases de Capitana Marvel, esas dudas existen. Al contrario de lo que ocurre con Wonder Woman, Carol Danvers es un personaje muy alejado de las figuras seminales que el público generalista —al fin y al cabo, principal target del estudio— puede reconocer instantáneamente, confundiéndose su procedencia entre un maremágnum de líneas temporales y Capitanes Marvel de ambos sexos, y combinándose además con una guerra intergaláctica Kree/Skrull de enorme arraigo en las viñetas. Con estos mimbres el film de Boden y Fleck podría haber sido un embrollo muy feo y disperso… que al final, y por suerte, resulta sólo ser feo. Estéticamente, Capitana Marvel es un paso atrás descomunal, incluso anterior a la primera Guardianes de la Galaxia con la que comparte durante esta primera parte del metraje la ambientación space opera, y gran parte de sus escenas de acción padecen de una atrofia digital a la que no ayuda nada la escasa experiencia de sus directores en estas lides. Cortes rapidísimos, momentos power up a lo Dragon Ball y unos maquillajes aterradores que, por cierto, recuerdan justamente a los empleados en esa infausta Dragon Ball Evolution que trataba de adaptar la obra de Toriyama. Sólo que aquí es Ben Mendelsohn quien sufre estos desmanes y, claro, como que duele más.

En cierta forma, Capitana Marvel presenta la apariencia de un Zack Snyder sobreiluminado, pero es aquí donde de forma fulminante terminan los posibles reproches que se le pueda hacer. El film de Boden y Fleck sabe cómo ajustarse a la siempre vilipendiada —por razones que se me escapan— plantilla de Marvel para ofrecer una historia emotiva y bien contada, con los suficientes valores específicos como para hablarle de tú a tú a otras vacas sagradas del estudio como la misma Vengadores: Infinity War o, remitiéndonos a esas historias de origen a las que sirve como fresca relectura, a esa Iron Man que lo empezó todo. Brie Larson, por si a alguien le cabía alguna duda, representa con carisma y muchas ganas a una heroína convincente a través de la cual, como no podía ser de otro modo, Marvel demuestra que sabe a la perfección a lo que está jugando. Sin meterse en fregados de ningún tipo, ni asimilar discursos demasiado complicados porque lo supuestamente importante de verdad (Vengadores: Endgame) está a la vuelta de la esquina, Capitana Marvel entiende que su misión es inspirar a un sector muy concreto del público, y por eso no sólo se permite albergar una escena donde una niña pequeña se encarga de diseñar el traje de la superheroína, sino que también construye el clímax en torno a todas las veces a las que Carol Danvers se le dijo que no podía hacer algo, para que a continuación ésta demostrara que se equivocaban.

Sí, tal y como esperábamos Capitana Marvel es una película importante, y no sólo por lo brillantemente que le da la réplica a todos los enajenados que a lo largo de estos meses la han querido boicotear, sino por plantear un espectáculo lo suficientemente sofisticado como para enmarcar esta trascendencia y hacerla entrar por la puerta grande en el imaginario pop. Uno del que por cierto, y siguiendo la estela de la mencionada Guardianes de la Galaxia, es inseparable este film, por cuanto se regodea musicalmente en la nostalgia noventera y pretende apuntalar la mitología de los Vengadores y la propia marca Marvel. Esfuerzos ortopédicos en su mayor parte, pero que al final encuentran en Samuel L. Jackson un incontestable punto de apoyo, y consiguen encauzarse en una estupenda buddy movie donde Zeus vuelve a subirse a un vehículo no demasiado seguro mientras grita que están a punto de cometer una locura. La diferencia es que, ahora, Brie Larson está al volante, y esto no ha hecho más que empezar.