Un vodevil aburrido
por Rodolfo SánchezTras 'Un engaño de lujo', Pierre Salvadori repitió de nuevo con Audrey Tautou como actriz protagonista en 'Una dulce mentira' y, una vez más, repitieron en el estrépito de construir una comedia que roza en más de un momento lo insoportable. Si 'Un engaño de lujo' se planteaba como una película de aliento sofisticado, al modo de las comedias sesenteras norteamericanas que, a su vez, miraban a sus propias predecesoras durante el período clásico, Una dulce mentira parece entroncar de alguna manera con la comedia francesa más vodevilesca pero mediante una narración de brocha gorda, gordísima, a través de unos personajes imposibles de creer y con una Tautou que no se sabe bien qué interpreta en una película cuya fin último, una vez vista 'Una dulce mentira', se desconoce.
Todo aderezado por una cursilería in crescendo que acaba alcanzado en el tramo final de la película tal grado de ñoñería que resulta irritante. Y aun así, habrá quien asegure que 'Una dulce mentira' funciona y puede que tenga razón; pero para ello uno debe suspender no solo la credulidad necesaria para ver cualquier ficción, si no todo tipo de razonamiento o empatía emocional y dejarse llevar por unas imágenes sosas y apáticas y una historia que no logra dejar de lado a los lugares comunes que la sustenta.
A favor: Que como todas las películas, acaba teniendo un fin.
En contra: Que ese fin tarda casi dos horas larguísimas que llegar.