Benditos bastardos
por Eulàlia IglesiasEsta comedia de buenos sentimientos podría haber nacido de la poco probable conjunción de dos films tan diferentes como 'La fiera de mi niña' de Howard Hawks y 'The Sweetest Sound' de Alain Berliner. Del primero hereda la plantilla argumental a partir de la que se moldean tantas comedias románticas: un hombre de orden se enamora perdidamente de la mujer alocada que convierte su existencia en un caos. Los responsables de la película manifiestan su deuda con la screwball comedy del leopardo en más de una ocasión, e incluso rehacen la mítica secuencia en que Gary Grant tiene que tapar a una Katharine Hepburn a quien se le ha rasgado el vestido, en una versión mucho más nudista... e inverosímil. Del documental performativo de Berliner toman prestado la reflexión sobre cómo influyen en la identidad de las personas su nombre y apellidos (el título original del film es 'Le nom des gens'), y la introducción al film, con el personaje de Jacques Gamblin articulando a cámara todo un discurso al respecto hace pensar que Michel Leclerc y su coguionista Baya Kasmi han visto la película en que el director norteamericano lleva a cabo una investigación onomástica en primera persona.
La pareja protagonista responde a la regla de los opuestos que se atraen también a través de sus nombres: él, Arthur Martin (gran Jacques Gamblin), esconde tras un DNI tan vulgarmente francés una filiación judía de la que su madre nunca ha querido hablar. Ella, Baya Benmahmoud (una carnal Sarah Forestier con cierta retirada a la Asia Argento más felina), se congratula de la originalidad con que la bautizaron su padre argelino y su madre francesa, aunque todo el mundo la prefiere ver como brasileña antes que como árabe. Y ambos viven su mestizaje también de manera diferente. Arthur como un asunto del que no se habla, Baya como algo de lo que sentirse orgullosa hasta el punto de combatir cualquier ideología que le parezca intolerante, desde el Frente Nacional de Le Pen hasta el integrismo islámico. Hija de madre setentera, Baya se entrega a fondo en su militancia pacifista: como medida de persuasión ideológica decide acostarse con todo facha que se cruza en su camino...
De la misma forma, 'Los nombres del amor' también utiliza las armas de la comedia romántica para lanzar su mensaje en contra de cualquier hegemonía cultural, nacional, religiosa o étnica, y defender el mestizaje y la bastardía. Su registro es el de los buenos sentimientos supuestamente universales que pretenden abarcar un amplio espectro político liberal: la película incluye incluso un cameo de Lionel Jospin! En esta indefinición la película encuentra tanto sus mejores como sus peores bazas. Por un lado, evita maximalismos y esquiva ciertos prejuicios; por el otro, el discurso acaba resultando más bien blandito.
A favor: Jacques Gamblin, ajustado en todo momento, y la colección de grandes inventos que no llegaron a triunfar de los padres de Arthur (del vídeo Beta al teclado Marsan).
En contra: El personaje femenino, por momentos demasiado exagerado en su vehemencia.