Críticas
3,0
Entretenida
El discurso del rey

El lenguaje de

por Israel Paredes

En 'El discurso del rey', sorpresa cinematográfica del año 2010, todos los elementos que la construyen (actores, guion, música, dirección artística, puesta en escena...) se encuentran perfectamente unidos para dar como resultado una película armónica. Quizá demasiado. Posee un incuestionable sello inglés (grosso modo): sobriedad y limpieza visual dejando que sean los actores quienes lleven el peso absoluto de la acción. Hooper se dedica a crear planos muy abiertos que extiendan los interiores frente a unos exteriores más constreñidos espacialmente para que los actores, principalmente Colin Firth y Geoffrey Rush, se muevan por ellos y lleven a cabo sus interpretaciones de manera libre. Teniendo en cuenta que se trata de, entre otras cosas, una película sobre el lenguaje, sobre la importancia de una buena comunicación o la necesidad de transmitir un mensaje de la manera más efectiva posible, quizá no sea de extrañar que Hooper opte por un estilo invisible capaz de transmitir lo que sucede en el encuadre sin necesidad de implicarse demasiado como cineasta, lo cual, según se mire, es un logro aunque no denote una gran imaginación como artista: Hooper es capaz de estar presente sin estarlo y así narrar una historia que puede llegar a cualquier tipo de público sin problema, tal es su capacidad de emocionar (quizá también de desagradar), porque además de esa pulcritud visual, la película nos narra una historia que poco importa en realidad que esté supuestamente basada en sucesos reales, porque lo relevante es que el espectador se encuentra ante una narración sobre la superación de un hombre, que en este caso resulta ser ni más ni menos que el rey Jorge VI de Inglaterra (Firth), con quien puede conectar de manera sencilla aunque uno nunca se haya tenido que enfrentar a dar un mensaje a una nación o no tenga ni idea si lo que está sucediendo se ajusta a la realidad histórica. La relación que el monarca establece con Lionel Logue (Rush) ayuda en su magnífica interacción y conexión actoral entre ambos a que nos sintamos muy a gusto ante las imágenes de 'El discurso del rey.' El producto está muy medido, y hay momentos propicios para todo tipo de expresiones emocionales aunque elude, con acierto, las más bajas formas del melodrama gracias a la solemnidad de su propuesta. Solidez, armonía. Pero quizá habría necesitado de un poco más de nervio, de riesgo.

Lo mejor: los actores, el guion, la música de Desplat.

Lo peor: que hay algo anodino en el planteamiento visual de Hooper que ocasiona que la película se quede en una corrección absoluta, pero poco más. ¿Qué habría sucedido si los actores no hubieran entregado sus dos enormes interpretaciones?