Una celebrity fallida
por Paula Arantzazu RuizCon películas como 'Cosas que diría con sólo mirarla' o 'Nueve vidas', Rodrigo Garcíaha sabido hacer de la "delicadeza femenina" su nicho de mercado. No sólo ha estadoconvenciendo desde 1999 a público e industria, sino que incluso Glenn Close se hadejado encandilar por esa mirada estrogénica para ficharle como director de orquestaen el que es el proyecto-de-toda-la-vida de la actriz: el 'Albert Nobbs' que nos ocupa.La cinta sigue las andanzas de una mujer que vive atrapada en el disfraz de hombrepara ganarse la vida como mayordomo de hotel en el Dublín decimonónico. Closeinterpretó por primera vez al personaje hace ya tres décadas y desde entonces noha cesado su empeño hasta que por fin ha encontrado, según su parecer, en Garcíacon el arpista adecuado. El asunto, pues, quedaría así: una actriz que quiere hacerde mujer disfrazada de hombre contrata a director con mucho toque femenino en susobras.
Tal premisa daría para una buena propuesta queer si ni una ni otro se tomarantan en serio y ofrecieran, sin embargo, tan pobres resultados. Dejando de ladolas confusiones sobre el juego de identidades sexuales que el punto de partidajocosamente permite, 'Albert Nobbs' no puede superar el nivel medio que se le exigea los largometrajes de época. Rodrigo García no es James Ivory ni Close, grandama de la escena, por otra parte, no está a la altura de la faceta más rígida deEmma Thompson. Más bien sucede lo contrario. En San Sebastián, donde el filme sepresentó tras pasar anodinamente por Toronto, a los aplausos de un público entregadoexigiendo el Oscar para Close se solapaban las risas por lo bajo que señalaban a laactriz y su personaje como el doble de Joaquín Reyes caracterizado de cualquiera desus entrañables celebrities. Así las cosas, la actriz se llevó el Donostia al conjunto desu carrera y una gran sonrisa en la boca, mientras que los críticos de cine una buenaanécdota que difundir por las redes sociales. Todos contentos.
La ironía de la última frase no ha de leerse en clave mordaz, sino con cierto pesar.Si lo único que está llamado a solventar la aburrida dirección de García, aquícompletamente anulado, es la actuación de su protagonista y valedora - más leñajocosa que quemar, por lo visto-, poco puede salvarse del ejercicio. Ni tan siquierauna chispita en torno al discurso de género y cómo es construido las vestimentasculturales. Una lástima.
A favor: El increíble parecido entre Glenn Close como Albert Nobbs y JoaquínReyes.
En contra: La vergüenza ajena que ese parecido produce.