Críticas
1,5
Mala
La hija de mi mejor amigo

Historia de dos familias

por Quim Casas

Las relaciones con amigos y familiares están al orden del día en la variopinta comedia estadounidense de nuestro tiempo, y los títulos (en las versiones españolas) se hacen eco de ello: La boda de mi mejor amigo', 'La boda de mi mejor amiga', 'Los padres de él','Los padres de ella'... Ahora llega 'La hija de mi mejor amigo', un título-reclamo, ya que el original, 'The Oranges', es muy poco concreto y no llamaría demasiado la atención. Los títulos están para eso, y para confundir a veces. No es el caso: 'La hija de mi mejor amigo' va exactamente de eso, de un tipo maduro que se enamora de la hija de su mejor amigo y esta le corresponde.

La situación provoca una catarsis familiar en las dos familias. El rocambolesco guión, no por la situación de partida –creíble y hasta bien llevada–, sino por las reacciones del resto de personajes y el reducido espacio geográfico en el que se produce –dos casas situadas frente a frente en un apacible barrio semi-residencial de New Jersey–, hace que los personajes resulten más patéticos de lo que realmente son. Dos en particular, el antiguo ex de la hija del mejor amigo, dispuesto a pasar las noches a la intemperie en plena Navidad para recuperar su amor, y la esposa engañada del amigo del mejor amigo (Catherine Keener, una actriz sin nada de suerte cuando sale de los márgenes del cine independiente), que acaba trabajando en una ONG dedicada a la leche de cabra.

La película quiere retorcer algunas convenciones, pero o bien lo hace sin consistencia, o bien tira la toalla antes de tiempo y asume esa misma convención sin acritud: la situación es terrible, pero la película quiere ser hasta luminosa. Hay algunos toques interesantes, como darle la vuelta al tradicional espíritu navideño y a las celebraciones el día de Acción de Gracias, o contar lo justo con una situación que podría írsele de las manos a guionistas y director: el hombre maduro que se enamora de la joven hija de su mejor amigo tiene a su vez un hijo que pretendía convertirse en novio de la muchacha en cuestión.

Julian Farino, el director de la función, se ha fogueado en varias series de televisión ('Sexo en Nueva York', 'El séquito', 'Big Love', 'Roma') pero no ha dirigido ni un solo episodio de 'House'. Sin embargo, logra matizar el trabajo de Hugh Laurie, mitigar su proverbial furia cuando interpreta al misántropo y catódico médico y extraer de él una contención melodramática digna de una propuesta más contundente.

A favor: el punto de partida, que daría para un excelente melodrama casi sirkiano.

En contra: que la historia no esté llevada nunca hasta las últimas consecuencias.