Críticas
4,5
Imprescindible
Outrage

Kitano desempolva su traje

por Violeta Kovacsics

Tras un periplo por el cine de tintes autoreflexivos, Takeshi Kitano volvió a los filmes de yakuzas. Lo hizo, eso sí, sin abandonar un ápice de sentido del humor. Outrage, la penúltima película del director nipón resulta una celebración del cine de gángsters. Kitano plantea una historia con similitudes a las de otro thriller contemporáneo de altos vuelos, Election, de Johnnie To. Ambas películas se centran en los negocios y la lucha de poder entre distintas bandas de gángsters. Ambos filmes ahondan, a través de la acción, en la carrera de fondo de unos personajes marcados por la violencia.

Outrage trabaja constantemente sobre la violencia, de manera seca, sin concesiones. La puesta en escena es medida, precisa, sin florituras. Kitano traslada esta misma idea al humor. La comicidad de Outrage poco tiene que ver con el histrionismo, sino que a menudo se construye a través de gags poco evidentes, como el plano que muestra a los conductores de los jefazos esperando con sus coches en fila, ataviados con sus trajes oscuros e impecables. En el fondo, todo está dispuesto para que Kitano (también actor en el filme) pueda hacer gala de su gesto hierático. Outrage posee una trama desnuda y un protagonista de rostro inexpresivo, lo único que queda es la acción: un disparo, una amenaza, un dedo cortado. Kitano siempre supo explorar la violencia desde un ideario estético. Outrage sigue este camino.

Hasta aquí, todo resulta positivo. A partir de aquí, un pequeño reproche. Hace apenas dos semanas, el Festival de cine de Sitges proyectaba Outrage: Beyond, la continuación de Outrage, la película que nos ocupa y que llega ahora a la cartelera, con dos años de retraso. El desajuste en los tiempos de estreno resulta, si más no, preocupante. Ahora bien, los que disfruten de Outrage ya saben que hay una segunda parte, que pone justamente en jaque algunas de las cuestiones de la primera.

A favor: La mezcla entre contundencia y sentido del humor.

En contra: Que la distribución española se haya tomado tanto tiempo en estrenarla.