Críticas
3,0
Entretenida
La Jungla: Un buen día para morir

Los McClane atacan de nuevo (por primera vez)

por Clara Rodriguez

Así es, regresa John McClane, veinticinco años después de que le viéramos (con pelo) corretear ametralladora en mano por encima de un sinfín de cristales rotos en La jungla de cristal (1988, John McTiernan). Mucho ha cambiado Hollywood desde entonces, si entonces los terroristas que atacaban el Nakatomi Plaza parecían un puñado de heavys expulsados de bandas como Def Leppard o Mötley Crüe, en la quinta entrega de la saga el rival a batir es un político ruso y su particular ejército de mercenarios. Si entonces la preocupación máxima era batir a un reducido número de enemigos armados con metralletas y explosivos C-4, ahora se trata de combatir contra tanques de combate, helicópteros de guerra y residuos radioactivos post-Chernobyl. Con un pie en la buddy movie –cambiando a la pareja de colegas antagónicos por de la de un padre-hijo cabreados entre sí- y otro en la action movie más hipertrofiada –las secuencias de acción son un espídico no-va-más en la misma línea de lo mostrado en La Jungla 4.0 (2007)-, La jungla: Un bien día para morir trata de satisfacer a la desesperada a los fans de la saga volcando toda su estética armamentístico-chistosa en cada secuencia de la cinta, casi en cada plano o en cada línea de guión.

Todo ello juega en contra de la narratividad de la obra, que no de su espectacularidad ni de sus divertidas líneas de diálogo, haciendo que lo de menos sea la historia contada –una trama conspiranoide heredada de la guerra fría con el hijo de McClane de por medio- y denotando lo importante en la espectacularidad de cada acción señalada. Lo cierto es que ésta podría haber sido una película anodina de no ser por el indomable carisma de Bruce Willis, héroe total de la función (es como El Equipo A, James Bond y Rambo, todo en uno), que consigue con gracia y brío reavivar la pasión del fan por ver en qué jaleo se meterá John McClane en la futura La Jungla 6.

A favor: Va rapidísima y no da tiempo a aburrirse.

En contra: El yipikayei es bastante soso.