Críticas
4,0
Muy buena
Mátalos suavemente

Ajustes sin misericordia

por Gonzalo de Pedro

No hay retrato más fiel de nuestra época que el de un grupo de gángsters peleando por un puñado de billetes. No hay retrato más fiel del momento en que vivimos que el de un desconocido e invisible gobernante ordenando, por teléfono, el asesinato a sangre fría de sus ciudadanos. No hay retrato más fiel de nuestro mundo en ruinas que el de las calles desiertas de un barrio de las afueras de una ciudad cualquiera: casas vacías, casas abandonadas, el paisaje lunático del post-boom inmobiliario.

La nueva película del director de la imprescindible 'El asesinato de Jesse James a manos del cobarde Bob Ford' (2007) podría parecer, de entrada, un thriller con mafiosos, asesinatos, deudas y venganzas, pero es en el fondo (y en la superficie también) una sátira inmisericorde sobre la crisis económica y los juegos perversos que nos han conducido a ella: la falta de regulación, la codicia, la concepción de la economía como un juego de cartas y de los ciudadanos como víctimas colaterales. Con una indudable, y bienvenida, vocación panfletaria, Andrew Dominik construye una crítica voluntariamente simplista e indignada, una reacción visceral contra un mundo, ejemplificado en Estados Unidos, que solo se mueve por el dinero sin mirar las consecuencias. Personajes egoístas, crueles y cobardes asesinos que prefieren no mirar a los ojos de sus víctimas: el retrato que de Estados Unidos, y de todo el mundo occidental por extensión, nos ofrece Dominik viene además acompañado por una sugerente colección de declaraciones de políticos, de George Bush Jr. a Obama, que demuestran que el conglomerado mafioso-financiero está peligrosamente mezclado con el circo de la política. Mezclado de forma inseparable.

Que nadie se llame a engaño: Dominik no ha construido una tesis económica. Su película es, en sus propias palabras, un cartoon, un cómic, una comedia salvaje y cruenta que retrata los ríos de sangre humana que laten bajo el capitalismo de postal sin meterse en profundidades filosóficas. Eso sí: la película puede leerse muy bien como la continuación, fast forward mediante, de El asesinato de Jesse James: al fin y al cabo, estos perdedores en busca de un fajo de billetes, este paisaje desolado y maloliente, no es sino la consecuencia de ese país que ya entonces comenzaba a mostrar los primeros síntomas de podredumbre moral.

Lo mejor: La crítica salvaje hacia un país, o una forma de vida, incruenta e inmoral. Y los speechs de los protagonistas, sin misericordia ni moral.

Lo peor: Que no se vaya a entender como lo que es: una comedia.