Amor en tiempos de recesión
por Daniel de PartearroyoDespués de labrarse cierto nombre como adaptador de novelas de prestigio ('Tedio' a partir de Moravia, 'Feux rouges' a partir de Simenon) o actualidad mediática ('Roberto Succo'), en sus dos últimas películas el francés Cédric Kahn se ha decantado por registrar algunas de las patologías emocionales de la vida moderna mediante historias muy pegadas a la realidad contemporánea. En 'Les regrets' era capaz de convertir en thriller la disolución y zozobra de la masculinidad que tan recurrente es para los cineastas estadounidenses más interesantes de hoy en día, y en la última 'Una vida mejor' continúa por ese camino de tanteo y abandono de códigos genéricos durante el transcurso de un mismo relato que se mantiene en movimiento constante, casi sin dar respiro al espectador.
En este caso estamos ante una típica y reconocible historia de amour fou en la que un cocinero (Guillaume Canet) conoce a una camarera (Leïla Bekhti) que tiene un hijo y empiezan una relación llena de entusiasmo e ilusiones de cara al futuro. Como convertir en un restaurante moderno y coqueto un viejo caserón a las afueras de París que adquieren hipotecándose con una alegría que a nadie le resultará desconocida. Pero pronto aparecen los problemas en forma de crisis financiera y quiebra del futuro del negocio. Incluso antes de empezar a funcionar, el restaurante tiene que ser alquilado para poder hacer frente a unas deudas que sólo se desplazan hacia delante. Entonces, pasamos a ser testigos privilegiados (una vez más) de cómo el derrumbe del sistema económico se lleva por delante los sueños que él mismo instruyó a sus ciudadanos a edificar sobre un optimismo tan volátil como artificial.
Pero eso no es lo único que le interesa a Kahn, que firma el guión junto a Catherine Paillé, y evita caer en los enquistes narrativos del Ken Loach más temático o la vertiente discursiva del llamado cine social. Cuando parece estar instalada en el relativamente cómodo terreno de la tragedia, con los problemas de la pareja y la madre emigrando a Canadá en busca de trabajo, la película vuelve a cambiar de rumbo sin dejar de prestar atención a los personajes, en especial el protagonista Yann, por cuya suerte no es posible dejar de preocuparse pese a su comportamiento lleno de errores, contradicciones y conductas impulsivas, reprobables y casi suicidas. Lo que es un personaje de carne y hueso.
A favor: El sabio uso de las elipsis.
En contra: Aunque la mayor parte del tiempo lo rodea, tiene algunas concesiones al tremendismo. ¿Necesarias?