Los niños de Francia
por Carlos ReviriegoRecuerdo de infancia: la batalla de tirachinas en el río entre las rivalidades de dos pueblos gallegos en 'Valentina' (1982), de José Antonio Betancor. Para mí siempre fue la mejor secuencia (la más divertida) de una hermosa película sobre héroes y poetas, sobre los pedazos de paraíso en un país que avanzaba inonsciente hacia la contienda fraticida más cruel que se recuerda. 'La guerra de los botones' transcurre en un pueblo francés al tiempo que Francia resiste los últimos coletazos de la ocupación alemana en 1944. Los niños, de entre 7 y 14 años, de los pueblos vecinos Longeverne y Veiran, mantienen vivo el odio que ha "unido" a los habitantes de ambos pueblos durante generaciones. Se trata de una guerra sin piedad. El ingenioso y conflictivo Lebrec tiene la gran idea de arrancar los botones de los prisioneros para que estos vuelvan semidesnudos y humillados a sus casas.
'La guerra de los botones' no es un gran film, y no hay apenas originalidad en él –de hecho es la cuarta relectura de la popular novela de Louis Pergaud–, pero debe su extraordinario éxito y populariad a su forma de apelar a la nostalgia. Es un bien ejemplo de la profesionalidad y la solvencia de la industria francesa para conectar con su público (más de tres millones de espectadores en Francia), para construir una fábula en la que ningún elemento desentona y todas las partes del mecano (de la dirección artísitca a la elección musical) caminan hacia un mismo objetivo. Es una de esas películas familiares –de sonrisas y lágrimas– que, como ocurría con 'Los chicos del coro' (la anterior película de Barratier), acaba convenciendo más a los adultos que a los niños (ambos mundos corren en paralelo en el film), precisamente por la imagen idealizada y romántica que propone de la infancia: colores cálidos y el "joie de vivre" de la vida que siempre está empezando.
A favor:La calidad de las interpretaciones por parte de una mayoría de actores debutantes.
En contra: La evidencia del desarrollo y las abundantes trampas sentimentales.